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PUERTOLLANO: (continuación)...

(continuación)

Es aquí- Y empujó una gran puerta, pintada de verde. varias casetas se aloneaban a lo largo de la pared. Por el lateral de una de las barracas, salía un chorro de humo, que se confundía con la nieve. unos obreros chalaban. Uno de ellos era de color. Uno tras otro me estrecharían la mano. El, "Ça va, se repitió, de cada mano que estrechaba la mía... "Son manos de el pan duro de tristeza- me estaba yo diciendo, luego, en el largo silencio que siguió al saludo- manos del arado, la mina, en andamio o el desierto, mas allá de aquellas chozas, en medio de dunas, que días antes, yo había dejado... son manos olvidadas, en un rincón de una cuidad cualquiera.
Hablaban entre ellos, Luego supe que hablaban de mi.
Se abrió la puerta. Una ráfaga de viento frío arrastraría la nieve... " "mariposas de frío, volando sobre, los marginados"-hubiese dicho yo enotro momento. Joao (nombre del muchacho que me acompañaría), apareció en el umbral de la puerta y tras el un hombre corpulento, que me miraría largamente, a la vez que me propiciaba una sonrisa. Esto me hizo pensar que no era un mal hombre.
Una breve charlacon Joao y al instante, este, dijo: Vene.
Fuera así como al día siguiente, me encontraría, con un contrato de trabajo, y los días que siguieron, con una pala y un pico, que dado a mi situación. sonarían en aquella interminable zanja, al himno, mas hermoso y menos valorado: el de el trabajo.

! Adiós a mis llanuras!! Adiós a mis senderos!
Adiós, mis primaveras, de flores salpicadas!
! Adiós a mis estrellas y mas bellos luceros!
! Adiós, aquel mi arroyo, cantando en la cascada!

Fuera en aquella zanja, que nacería, y crecería una entrañable amistad y donde conocería la historia triste de Joao, a la vez que otras muchas.

"Deja, que emerjan en la nieve palabras acusadoras-me iba yo diciendo, en el trayecto, que nos separaba. de la calle de la zanja hasta la barraca. El portugués me preguntó:
_ ¿Ez espanhol?
-Si!
- ¿H?à pouco tempo que estás?
-Poco!
-Tees onde dormir?

Un día le acompañe, hasta, unos bosques mas allá de Versailles. Nos recogería un compatroita suyo, que trabajaba en la misma empresa, pero en otro equipo. Una estrecha carretera primero, luego un camino ancho, en algunos lugares, lleno de charcos: allí un compatriota suyo, se había, se había montado, su negocio rentable. La explotación de el hombre por el hombre... murmuré. Luego dije:

- ¿Y me dices que por esta pocilga, os cobra...?
-Asi es, o lo tomas o los dejas.
- ¿Y nadie protesta?
-Si: le estamos pidiendo, por ejemplo que nos ponga una ducha, pues como vas a ver, solo tenemos una vieja pila para el aseo... había unas uralitas, como techumbre pero el viento. las ha arrancado, puedes imaginar en las mañanas frías- me decía mientras me lo mostraba, fuera de la cabaña. La cabaña era una nave no muy grande, y en uno de sus laterales se encontraban pegadas a la pared barias literas, de dos en dos.
´Cuando "chove", no precisamos, de salir hasta la pila, nos lavamos desde la litera!-se permitió bromear. Y el pajaro este, rueda en mercedes. Cuando, se te acabe el plazo en tu hotel, "venes acá", habrá que pagarle... estará encantado de ocupar una de aquellas dos literas.
Así comenzaría mi marcha, por los avatares, de la emigración. Por esa penosa senda, ancha, tremenda. Por la misma de aquellos que en el tren, que yo cogería un día, en mi afán de conocer... tren en el que luego pensé, sería uno de tantos, que levarían a hombres, lejos de su patria, hacia la Europa mas rica. Fuera ya aquel día que ya me preguntaría, el porqué estos países que habían salido de una guerra, estaban, en su economía, a años luz de nosotros. Fuera aquel día, que, comenzaría a entender muchas cosas.
Y llovían lagrimas desde los pechos de muchos hombres.
Y volarían sin cesar mariposas de nieve.
J. M (LIBERTAD, continuará)