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PUERTOLLANO: ! Hola Emiliana! No se si acabaré la historia antes...

(Continuación)

Hasta aquel día no me había dado cuenta de que mi pequeña habitación, olía a pobreza. La pobreza tiene un olor especial, que se siente hasta en el recuerdo.
Había salido hasta la panadería en busca de pan. ¿Que pongo hoy de comida?
Abriré una lata mas, de aquellas lentejas, espesas; me había dicho de regreso.! No, mejor cojo un cuarto de pollo, en casa del algeriano!
Y solo, aquel día: y es que aquel día, quería estar a solas con el recuerdo: La valenciana, comía con una amiga; me había dicho. Joao solo venía de tarde en tarde. Los españoles, no se reunirán hasta la tarde. Y yo, había quedado con Ivette, por eso de la novedad, pues confieso que al principio, me atraía muy poco. Menos aún que la navarrica, a la cual me costaría hacerla entender, que, SU ESCESIVO CELO EN EL SEXO no me colmaba.
-! No quiero pasar nodos los domingos todo un día, revolcándome contigo en la cama!- Le dije un día, y se enfadó mucho... Y mucho mas, cuando se enteró, que frecuentaba a Ivette.
Si, la habitación olía a pobreza... a miseria, y el mundo también.
Había entrado en aquel rincón, que hacía de cocina, a fin de tender un poco de ropa, mal lavada a mano, y viera con desagrado todo revuelto. los pocos cacharros de cocina por todas partes. La mesa llena de migas de pan, y mondas de manzana... pasaría un buen rato poniendo un poco de orden, luego le tendí en la cama para cotemplar el techo y paredes, de la habitación, donde la humedad, había dibujado formas caprichosas, Hacia la ventana colgaba una tela de araña llena de polvo.! SI- me dije- hasta las cortinas tienen el color de la pobreza! Miro el reloj, aún me queda tiempo para pesar...
Y pensé, de prisa, muy deprisa...
Aquel pueblo de "La Alcarria". Aquel niño, rebelde, y decidido, a trepar al castillo. mas alto que nadie, que a veces se comportaba de diferente manera, puesto que en solitario, caminaba hasta "las peñas", para desde allí contemplar, ahora el Vallecillo, luego el horizonte, y donde las puestas de Sol, me hacían soñar, de que mas allá, por donde el Sol se escondía, forzosamente, tenía que haber un mundo de colores. Soplaba un viento ligero aquella tarde, y pese a la distancia, veía como rizaba los carrizales de mi abuelo. Leía, a la sombra del viejo roble. Me había dado cuenta... Si me había dado cuenta... además se me había insinuado en cierto tono d desprecio, que siempre iba con un libro en la mano, y que el campo era para portar la azada o el arado. y que los libros no daban de comer. Había sido "el Tío Rosendo" quien lo diría, a lo que respondí:"Otros le pegan al porrón" Y es que el tío Alejandro, le gustaba empinar el codo.
Un rebaño de ovejas pacía, al otro lado, sobre las colinas llenas de trincheras, dondeun día, yo encontraría, muchas balas aún brillantes.
Era la hora en que debería reunirme con Ivette. Con una esponja, me lavaría, como puede (echaba de menos el baño de la navarra) y me preparé para el paseo...
! Sorpresa!... Para el puente de la Fiesta Nacional, Ivette, tenía proyectado un viaje hasta no se que playa. Todo está ya previsto. Ya he telefoneado y splo esperan que de la confirmación. ¿Que te parece "mon cheri"?
Guarde silencio, no me seducía la idea, y puse como escusa to tener pantalón de baño.
-! Eso no es inconveniente, yo me encargo!

Y llegó la mañana en que un taxi, nos conduciría hasta la estación. El tren partiría momentos después, direccoón a Deuville, que era lo equivalente, a los ricos madrileños en busca de la playa de "Sardinero. Yo no tenía ni idea donde se encontraba esa ciudad, e Ivette solo me respondía cundo yo quise sabes, con que me esperaban mas sorpresas.
Pero creo que debo "regresar", a mis escapadas, con Ivette, al centro de Paris, donde la primeras saludas, me sentiría, algo azorado... cohibido, por esa naturalidad, conque Ivette se desenvolvía, pidiendo esto u lo otro.... me sen
tía manejado, dolido en mi hombría.
A poco de conocerla, tomaría por costumbre, cuando me servia el café en el bar donde trabajaba, poner un paquete de "goloisse" junto al café. Un mal día, se lo rechacé, y como insistiera le dije, mitad en español mitad en francés, muy cabreado:
! No soy un chulo de nada ni de "personnne", me lo puedo comprar yo. Aproveché que no había cilentes. Rompió a llorar. La tomé la mano por encima del mostrador, y le dije:
-! Pardón, Ivette, Pardón!
- "Je t'aime, tu sais... je T'eime!

buenos dias libertad, preciosa historia, no se si decir de amor, o de pasion pero el caso esque me a gustado, sobre todo cuando hablas de IVETTE, si señor es cierto que los hombres no os gusta que las mujeres os paguemos un cafe, eso que la vida a cambiado y mucho, tambien me a gustado cuando hablas del olor a pobreza, tiens tanto y tanto por contar que, no dejes de escribir esas bonitas historias, sabes que a todos nos gusta sigue asi, bueno recibe un fuerte y caluroso abrazo hasta pronto emiliana serrano

! Hola Emiliana! No se si acabaré la historia antes de marchar a Canarias. en cualquier caso, hay cosas que no se escapan de la memoria. Además, por alguna parte escribía ya sobre esto, en los años 70, que por cierto se me premío con un lote de libros, desde Alemania.
Supongo que no verías anoche la 2. diera un reportaje, sobre personas de las que ya había leído algo. Aunviven estas personas y contaban su historia. Lloraba a sus 80 años y mas lloraban ¿Cuanto no llorarían cuando eran niños?
Algo escribo por Madrrid hoy sobre ello.
Escribiré! Como no! No olvides que estoy entre personas mayores que yo, y te cuentan y te cuentan sin parar. Sobre todo, casi en todos los viajes que hago por ahí, surge que los viejos hablamos de lo que otras veces nos prohibieron.! Claro que cada cual cuenta la feria según le ha ido!
Igualmente abrazos.