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PUERTOLLANO: (Contibuación)...

(Contibuación)

Había llegado, luego, estaba. Estaba desde siempre, en medio del mundo: en los campos de arados y sudor en los trigos, enter cantos de pájaros y cantos e ilusiones niñas, para caminar: caminar en la senda, con salarios de miseria. por una ciudad, llena, de hambrientos. Estaba y seguía en la jungla, donde apenas si recibes un saludo. Estaba (pensaba en Joao) en un largo día, de albas deshojadas. El un viento desgranado, a mis espaldas con todas las hatadas desgajadas. Y así parte de Europa, hacia donde acudían, manos sudorosas en busca de pan. Esas manos extendidas, en las fabricas...

Contadas veces veía a Joao. Ivette, me acaparaba, pero, me daba cuenta de que no era, lo que yo buscaba. Había conocido a gentes de Extremadura. Comenzaba a saber, el porque en el país que yo me encontran, se precisaban, obreros, que sobraban en mi país. había empezado a entender muchas cosas.
Ya llevaba dos años en ese país, donde con Ivette o sin ella, me escaba a Montmartre, o barrio Saint Michele, donde se hablaba. de las miserias, en Sudamerica, y las de mi propio país. A`rendía lo que significaban las libertades, y como en mi país nos estaban engañando desde hacía muchos años.
Cierto que tambíen eneste país que me daría cobijo, existían los Clochards (mendigos) era su libertad, en el mío eran perseguidos. Es como una burla- me decía aveces- cuando se aplicaba la llamada ley de maleantes. Mi país quería ocultar sus vergüenzas, perseguía, encarcelaba y hasta asesinaba, a quienes tenían ideas diferentes, a aquellos principios, establecidos, por los que se llamaban "Gloriosos vencedores".

Había ido de vacaciones a mi país. En poco tiempo, ya tenía reunidos unos ahorros. Esta vez viajaría por motivo de una boda. En la que no faltaría una aventura amorosa... era una hija, de un compañero, ya mayor de donde yo había estado los últimos años. Otra vez el Henares, bajo los chopos, sería testigo, de una historia de amor... breve. Era muy joven y muy hermosa. Iba en compañía de sus padres, por la Plaza de Cervantes, y nos sentaríamos en la terraza de un bar. Su padre había ascendido, y hablaríamos, de el grado que yo tendría en ese momento. Les acompañé hasta su domicilio, donde me invitaron a comer..
-Estás hecha toda una mujer. le diría en un momento en que nos quedaríamos solos. Ella me miró, de su mirada dulce... saldríamos esa tarde. Las orillas del Henares, una mujer bella, casi una niña, yo y besos silenciosos... y no se porque razón, lloraría, aquella chiquilla... dulce y ardiente. Me dije, que no tenía derecho, que yo me marchaba días después, y que ella era muy joven, y que no merecía... que fusemos en busca de caricias mas profundas. Se lo dije.. le dije: "Mira, yo no vendré hasta tal vez pasado un año, aprecio a tus padres, eres muy hermosa... no quiero hacerte mal. No esperes nada de mi. Le escribiría. Me escribiría, hasta que un buen día dejara de hacerlo.

Aquel día, comería en casa, de Emilio. Yo había pasado la mañana, escribiendo, un cuento... real: el de cuando por unos de mis zapatos, entraba la nieve, la mujer que perdería a su marido, varios años atrás. el de el propio Emilio. el de el Asturianano, cruzando la frontera, de la mano de su madre. El de los llantos de muchas madres y muchos niños. Y. del hambre. Y del dolor, de dejar la tierra chica, y las soledades en medio de otras lenguas.

Sobre todo recordé el día en que solo me quedaba para un café, y aparecería aquel camión y en el Joao.
Estaba de mal humor, aquella mañana, y sin embargo, mientras veía la nieve caer, lenta sobre los tejados; el frío de mi habitación me conducía a otros fríos: a los del mundo. Palpo los murmullos, del viento y hasta me llama la atención como los copos de nieve, toman diferentes direcciones hasta posarse, en los tejados, o el la calle casi desierta. Un anciano, camína lentamente sobre la nieve; un perro le acompaña. Un niño corre por la nieve. Muchos niños corren por la nieve. Unos niños jugaban en El pozo de Tio Reimundo, con una pelota, vieja, sin duda recogida por sus padres allí donde depositaban las basuras, y, entre ellas juguetes que no servían. Los pies de aquellos niños, estaban sucios de barro. El mundo está lleno de otras suciedades, de otros basureros. Los niños de las barracas, ríen, lloran, graban imágenes en su memoria y callan.
Una mujer embarazada, sale de el portal de donde yo vivo: se cubre su rostro con una gruesa bufanda, y sigue las pisadas que ha dejado la vieja del perro. Muchas mujeres friegan escaleras, con el vientre hermosamente inchado. Muchas mujeres paren sobre la arena, o en el aspero suelo en otros países, había leído
en una revista.
La pareja de Emilio, era una mujer bondadosa. Emilió, hablaría si cesar, de las lágrimas de su madre, y de las vejaciones, que habrían sufrido los autores de sus días.

No quise acercarme en busca de Ivette, aquella noche, pasaría, el día con mis amigos extremeños. Luego me acerqué hasta "Le Royale", estaba muy concurrido. Ese día estaba muy concurrido: hasta Celia, estaba como siempre, sola, en el rincón de siempre.
-! Hola Celia! le habían propuesto matrimonio.
- ¿Aquel del coche la noche aquella- Pregunté.
-Aquel del coche... la noche aquella- repondio y reiría después.
- ¿Sabes, Celia, me dio rabia que llamara y...
-! Había quedado con el! Además, tu y yo no nos hubiéramos entendido. te consideré entonces demasiado puritano para ser hombre. Supongo que ya habrás aprendido. de que estamos en la "Cite de làmour"
-Bastante Celia, y precisamente, puesto que eres sincera conmigo, yo también lo seré: estoy faltando a una cita, de eso que hoy esté aquí.
-Te entiendo. Yo tal vez hoy también falte a la cita. Pero supongo que te sentarás con la cuadrilla de el rincón.
-No si tu quieres, y ademas puesto que dices tener proposiciones de matrimonio, ¿porque una despedida, tu y yo solos.
-! Eso está hecho! ¿donde dirigimos, nuestros pasos, a tu abitación o a la mía?
Fuera a la de ella.
Eres un loco agradablemente simpatico, que te voy a ser sincera, estaba segura, de que haría de nuevo el amor contigo... Creo que has aprendido mucho...
me diría, al día siguiente, cuando por la mañana dejaría su habitación.
JM (cintinuará)