Los Dias 18 AL 21 de Marzo se va a celebrar el tercer mercado Goyesco de Puertollano
Esta localidad de mas de 50.000 habitantes, celebra los 200 años de la Encomienda de Puertollano con este mercado goyesco
Son 4 dias de mercado, en la plaza de la Constitucion y calles aledañas peatonales
habrá música, teatro, Talleres, actividades infantiles, seguridad y 500 poster de publicidad
Esta mañana estuve en correos y andaban montando las casetas tanto por la calle Aduana, como Plaza del Ayuntamiento, y Calle Calzada
Esta localidad de mas de 50.000 habitantes, celebra los 200 años de la Encomienda de Puertollano con este mercado goyesco
Son 4 dias de mercado, en la plaza de la Constitucion y calles aledañas peatonales
habrá música, teatro, Talleres, actividades infantiles, seguridad y 500 poster de publicidad
Esta mañana estuve en correos y andaban montando las casetas tanto por la calle Aduana, como Plaza del Ayuntamiento, y Calle Calzada
Loli buenas noches amiga, este mercadillo se debe, según me han comentado? a que en 1810 los Puertollaneros expulsaron a los Franceses de Puertollano. ya me lo harás saber, por que eres una amante de la historia de nuestro pueblo. Un abrazo y que descanses
maxi yo voy a tenerlo un poco dificil para acercarme por alli porque trabajo, lo intentare si puedo uno de estos dias, pero ya sabes espero que tu o Maria si esque tiene algun ratin, pues anda mas liada que la pata de un romano, hagais algun reportaje que podamos compartir con los puertollaneros
besos
besos
Bueno habreis imaginado que esta foto nada tiene que ver con el mercadillo del que estamos hablando, pero al menos sirvio para encabezar estos mensajes y si os parece bien, me voy a remontar a aquella época y dejare algo de historia, que hicieron nuestros investigadores y escribieron los historiadores de Puertollano, en este caso José Delgado Bedmar, es un poco largo, pero creo que merece la pena, eso si tengo que partirlo en varios pues no lo admiten tan largo, espero salgan seguidos:
las nuevas investigaciones están sirviendo para conocer mejor los continuos movimientos de tropas de uno y otro bando por nuestra región, las circunstancias concretas en las que se produjeron las cuatro grandes batallas que se dan en nuestro territorio en 1809 (Uclés, Almonacid, Talavera y Ocaña) y, sobre todo, la existencia de muchas partidas guerrilleras, que se caracterizan por su gran movilidad y que en buena parte de esta etapa serán las únicas que mantengan los enfrentamientos con las tropas invasoras.
Con ánimo de dar alguna luz sobre este interesante periodo, traemos a estas páginas unos pocos pero creemos que interesantes datos sobre lo que supuso la guerra para nuestra provincia, que, salvo por los famosos hechos del 6 de junio de 1808 en Valdepeñas, apenas si son conocidos a nivel popular.
Habría que empezar diciendo que ante el vacío de poder que causa la huida de la Familia Real, la Junta Central surge para aunar las voluntades y las autoridades de las diversas Juntas Locales y Provinciales que surgieron por todo el país tras el 2 de mayo de 1808. La primera que lo hizo, el 24 de mayo, fue la Junta de Asturias, que al día siguiente declaraba la guerra a Francia y envió emisarios a Londres para solicitar la ayuda inglesa. En apenas diez días, la insurrección popular se generaliza por todo el territorio nacional sin excepción, lo que hacía casi inevitable el surgimiento de una "hermana mayor" que dirigiese las acciones destinadas a rechazar al invasor.
A tal efecto, el 25 de septiembre de 1808 se constituye en Aranjuez la "Junta Suprema Central Gubernativa del Reino". Formada por 35 personas, es elegido como Presidente de la misma José Moñino, Conde de Floridablanca, presidente de la Junta de Murcia. Legitimada por el apoyo popular y el origen de las personas que la integraban, la Junta procederá a organizar la resistencia, poniendo bajo su jurisdicción a las Juntas provinciales y locales surgidas al calor de los terribles sucesos de mayo en Madrid y de la victoria de Bailén de julio. Sin embargo, pronto los avances napoleónicos harán tambalear su autoridad, y su sede se traslada a Sevilla, primero, y a la isla de León, junto a Cádiz, más tarde. Este sucesivo cambio de sede, también se dio en el caso de la Junta de Ciudad Real.
Esta Junta ciudadrealeña surgió el 31 de mayo de 1808 y el 5 de junio proclamó Soberano a Fernando VII, colocando su retrato junto con el estandarte de la Virgen del Prado en los balcones del ayuntamiento de la capital. Las principales actividades que llevará a cabo serán levas de soldados y requisas con destino a los ejércitos nacionales radicados en La Carolina (Jaén), aunque siempre sujetos a las eventualidades de la guerra: el 27 de marzo de 1809, el general francés Sebastiani ocupa Ciudad Real y Almagro, retirándose después a su "base" provincial, que fijó en Manzanares, localidad desde donde se podía controlar mejor el Camino Real de Madrid a Andalucía.
las nuevas investigaciones están sirviendo para conocer mejor los continuos movimientos de tropas de uno y otro bando por nuestra región, las circunstancias concretas en las que se produjeron las cuatro grandes batallas que se dan en nuestro territorio en 1809 (Uclés, Almonacid, Talavera y Ocaña) y, sobre todo, la existencia de muchas partidas guerrilleras, que se caracterizan por su gran movilidad y que en buena parte de esta etapa serán las únicas que mantengan los enfrentamientos con las tropas invasoras.
Con ánimo de dar alguna luz sobre este interesante periodo, traemos a estas páginas unos pocos pero creemos que interesantes datos sobre lo que supuso la guerra para nuestra provincia, que, salvo por los famosos hechos del 6 de junio de 1808 en Valdepeñas, apenas si son conocidos a nivel popular.
Habría que empezar diciendo que ante el vacío de poder que causa la huida de la Familia Real, la Junta Central surge para aunar las voluntades y las autoridades de las diversas Juntas Locales y Provinciales que surgieron por todo el país tras el 2 de mayo de 1808. La primera que lo hizo, el 24 de mayo, fue la Junta de Asturias, que al día siguiente declaraba la guerra a Francia y envió emisarios a Londres para solicitar la ayuda inglesa. En apenas diez días, la insurrección popular se generaliza por todo el territorio nacional sin excepción, lo que hacía casi inevitable el surgimiento de una "hermana mayor" que dirigiese las acciones destinadas a rechazar al invasor.
A tal efecto, el 25 de septiembre de 1808 se constituye en Aranjuez la "Junta Suprema Central Gubernativa del Reino". Formada por 35 personas, es elegido como Presidente de la misma José Moñino, Conde de Floridablanca, presidente de la Junta de Murcia. Legitimada por el apoyo popular y el origen de las personas que la integraban, la Junta procederá a organizar la resistencia, poniendo bajo su jurisdicción a las Juntas provinciales y locales surgidas al calor de los terribles sucesos de mayo en Madrid y de la victoria de Bailén de julio. Sin embargo, pronto los avances napoleónicos harán tambalear su autoridad, y su sede se traslada a Sevilla, primero, y a la isla de León, junto a Cádiz, más tarde. Este sucesivo cambio de sede, también se dio en el caso de la Junta de Ciudad Real.
Esta Junta ciudadrealeña surgió el 31 de mayo de 1808 y el 5 de junio proclamó Soberano a Fernando VII, colocando su retrato junto con el estandarte de la Virgen del Prado en los balcones del ayuntamiento de la capital. Las principales actividades que llevará a cabo serán levas de soldados y requisas con destino a los ejércitos nacionales radicados en La Carolina (Jaén), aunque siempre sujetos a las eventualidades de la guerra: el 27 de marzo de 1809, el general francés Sebastiani ocupa Ciudad Real y Almagro, retirándose después a su "base" provincial, que fijó en Manzanares, localidad desde donde se podía controlar mejor el Camino Real de Madrid a Andalucía.
CONTINUACION:
Volvieron los franceses a ocupar la capital el 29 de junio de 1809 y los integrantes de la Junta huyeron a Almodóvar del Campo, que, si bien estaba poco protegida, era la villa de mayor importancia de toda la zona suroccidental de la provincia, la menos interesante para los franceses a efectos estratégicos y económicos. Por lo que hemos sabido de ellos, estos dirigentes de la Junta ciudadrealeña eran jefes militares y, sobre todo, antiguas autoridades civiles y religiosas, miembros de la nobleza provincial, y algunos magistrados y personalidades destacadas de la vida profesional y la burguesía.
El 4 de septiembre de 1809 surgió un grave problema a esta Junta refugiada en Almodóvar. La autodenominada "Junta Popular de Ciudad Real" escribe en esta fecha a la Junta Central exponiendo que el 18 de agosto anterior huyeron de Ciudad Real todas las autoridades locales al simple anuncio de que se acercaba un contingente enemigo de tan sólo cuarenta soldados. Esto revela, de un lado, el justificado miedo de las autoridades a las represalias francesas si no colaboraban y, de otro, el no menor miedo a las españolas si se percibían atisbos de afrancesamiento en su actuación. Lo cierto es que los citados 40 soldados, que seguramente constituían la avanzadilla de un contingente mayor, entraron en la ciudad al mando de un comandante y no encontraron a ninguna autoridad con la que parlamentar. Por iniciativa de algunos vecinos y clérigos se constituyó un ayuntamiento provisional que entregó a los franceses los víveres que exigían y mantuvo el orden y las actividades municipales. Por ello suplicaban que se tuviese en cuenta su patriotismo y como premio fuesen mantenidos en sus puestos.
Pero los acontecimientos se precipitan: el 5 de noviembre de 1809, la "Junta Superior de la provincia de La Mancha" informa que los franceses han evacuado la mayor parte de la provincia y se aprovecha la circunstancia para hacer nuevos alistamientos de mozos, pero precisamente ese mismo 19 de noviembre se produce la conocida batalla de Ocaña, que supone la completa derrota de las tropas españolas, lo que unido al anterior desastre de Medellín (28 de marzo) y al incierto resultado de la batalla de Talavera (28 de julio), completan un panorama ciertamente negro de las fuerzas nacionales en estas postrimerías de 1809.
La derrota de Ocaña va a tener graves consecuencias: el 12 de diciembre vuelven a entrar los franceses en Ciudad Real y la Junta huye de nuevo a Almodóvar, llegando los franceses hasta Caracuel, donde establecen un punto de observación temporal. Pronto se movilizan de nuevo, y el 23 de diciembre llegan hasta Almodóvar más de 600 jinetes franceses, que la toman sin encontrar resistencia, porque la partida guerrillera de Ventura Jiménez, que la ocupaba, se retira hasta Brazatortas y más tarde hasta Fuencaliente, protegiendo a los integrantes de la Junta de Ciudad Real que en ella se encontraban. Se trata, pues, de una ocupación de Almodóvar por parte de un numeroso contingente francés, pero que, como todas las que se produjeron, será breve y no ocasionará graves daños en la población.
Volvieron los franceses a ocupar la capital el 29 de junio de 1809 y los integrantes de la Junta huyeron a Almodóvar del Campo, que, si bien estaba poco protegida, era la villa de mayor importancia de toda la zona suroccidental de la provincia, la menos interesante para los franceses a efectos estratégicos y económicos. Por lo que hemos sabido de ellos, estos dirigentes de la Junta ciudadrealeña eran jefes militares y, sobre todo, antiguas autoridades civiles y religiosas, miembros de la nobleza provincial, y algunos magistrados y personalidades destacadas de la vida profesional y la burguesía.
El 4 de septiembre de 1809 surgió un grave problema a esta Junta refugiada en Almodóvar. La autodenominada "Junta Popular de Ciudad Real" escribe en esta fecha a la Junta Central exponiendo que el 18 de agosto anterior huyeron de Ciudad Real todas las autoridades locales al simple anuncio de que se acercaba un contingente enemigo de tan sólo cuarenta soldados. Esto revela, de un lado, el justificado miedo de las autoridades a las represalias francesas si no colaboraban y, de otro, el no menor miedo a las españolas si se percibían atisbos de afrancesamiento en su actuación. Lo cierto es que los citados 40 soldados, que seguramente constituían la avanzadilla de un contingente mayor, entraron en la ciudad al mando de un comandante y no encontraron a ninguna autoridad con la que parlamentar. Por iniciativa de algunos vecinos y clérigos se constituyó un ayuntamiento provisional que entregó a los franceses los víveres que exigían y mantuvo el orden y las actividades municipales. Por ello suplicaban que se tuviese en cuenta su patriotismo y como premio fuesen mantenidos en sus puestos.
Pero los acontecimientos se precipitan: el 5 de noviembre de 1809, la "Junta Superior de la provincia de La Mancha" informa que los franceses han evacuado la mayor parte de la provincia y se aprovecha la circunstancia para hacer nuevos alistamientos de mozos, pero precisamente ese mismo 19 de noviembre se produce la conocida batalla de Ocaña, que supone la completa derrota de las tropas españolas, lo que unido al anterior desastre de Medellín (28 de marzo) y al incierto resultado de la batalla de Talavera (28 de julio), completan un panorama ciertamente negro de las fuerzas nacionales en estas postrimerías de 1809.
La derrota de Ocaña va a tener graves consecuencias: el 12 de diciembre vuelven a entrar los franceses en Ciudad Real y la Junta huye de nuevo a Almodóvar, llegando los franceses hasta Caracuel, donde establecen un punto de observación temporal. Pronto se movilizan de nuevo, y el 23 de diciembre llegan hasta Almodóvar más de 600 jinetes franceses, que la toman sin encontrar resistencia, porque la partida guerrillera de Ventura Jiménez, que la ocupaba, se retira hasta Brazatortas y más tarde hasta Fuencaliente, protegiendo a los integrantes de la Junta de Ciudad Real que en ella se encontraban. Se trata, pues, de una ocupación de Almodóvar por parte de un numeroso contingente francés, pero que, como todas las que se produjeron, será breve y no ocasionará graves daños en la población.
CONTINUACION:
numeroso contingente francés, pero que, como todas las que se produjeron, será breve y no ocasionará graves daños en la población.
Lo realmente interesante es que la ocupación de Almodóvar se debe a la persecución que realizaban los franceses sobre un grupo de guerrilleros al mando de Ventura Jiménez. Sobre este guerrillero, ejemplo para toda nuestra región de este tipo genuinamente español, disponemos de bastantes datos, porque durante 1810, y como consecuencia de las derrotas de los ejércitos regulares, nuestra región no va a conocer más acciones que las de los guerrilleros. El 6 de enero, la partida de Ventura Jiménez, compuesta por 170 hombres, sostiene acciones en el Molino del Arco (Valverde) y acto seguido actuará en Alcolea de Calatrava y San Clemente (Cuenca). El 18 de marzo lo tenemos ahuyentando de Puertollano a mil franceses y persiguiéndolos, expulsándolos de Miguelturra, y atacando a doscientos enemigos más en Ciudad Real. Poco después pasa a cuchillo a la guarnición de Villanueva de los Infantes, pero es herido el 17 de junio en una acción en el Puente de San Martín (Toledo) y fallece a los pocos días en Los Navalucillos.
Y es que, dejando a un lado la "oficialidad" de las diferentes Juntas, la guerra contra el francés es sostenida sobre todo por estas "irregulares" partidas guerrilleras. Es bien sabido que no es Jiménez el único guerrillero que actuará en la provincia: le sucederá en el mando de su partida Juan Gómez, y a éste Manuel Adame "El Locho", nacido en 1785 en Ciudad Real, que acabará la guerra con el grado de alférez en el ejército y andando el tiempo dirigirá con gran crueldad una importante partida carlista, de más de doscientos jinetes, muriendo finalmente en el exilio, en Londres.
También es conocido el caso de Fernando Cañizares y Mateo Vélez de Guevara, vocales de la Junta de Almagro, que no dudarán en ponerse al frente de una partida con la que recorren a lo largo de 1810 el Campo de Calatrava, apoderándose de 140 caballos de los franceses en el Valle de Alcudia como acción más destacada, y apresando al tiempo al Administrador enviado allí por José Bonaparte. En octubre será Miguel Díaz el que, al frente de los ciento cincuenta integrantes de su "Escuadrón volante de Fernando VII" (ochenta de ellos a caballo), ataque entre Valdepeñas y Santa Cruz de Mudela a un importante convoy que se dirigía desde Madrid a Andalucía, obligando a los franceses a poner en su persecución a integrantes de las guarniciones de Santa Cruz, Manzanares, Villanueva de los Infantes y La Solana, logrando una gran dispersión de las fuerzas enemigas.
numeroso contingente francés, pero que, como todas las que se produjeron, será breve y no ocasionará graves daños en la población.
Lo realmente interesante es que la ocupación de Almodóvar se debe a la persecución que realizaban los franceses sobre un grupo de guerrilleros al mando de Ventura Jiménez. Sobre este guerrillero, ejemplo para toda nuestra región de este tipo genuinamente español, disponemos de bastantes datos, porque durante 1810, y como consecuencia de las derrotas de los ejércitos regulares, nuestra región no va a conocer más acciones que las de los guerrilleros. El 6 de enero, la partida de Ventura Jiménez, compuesta por 170 hombres, sostiene acciones en el Molino del Arco (Valverde) y acto seguido actuará en Alcolea de Calatrava y San Clemente (Cuenca). El 18 de marzo lo tenemos ahuyentando de Puertollano a mil franceses y persiguiéndolos, expulsándolos de Miguelturra, y atacando a doscientos enemigos más en Ciudad Real. Poco después pasa a cuchillo a la guarnición de Villanueva de los Infantes, pero es herido el 17 de junio en una acción en el Puente de San Martín (Toledo) y fallece a los pocos días en Los Navalucillos.
Y es que, dejando a un lado la "oficialidad" de las diferentes Juntas, la guerra contra el francés es sostenida sobre todo por estas "irregulares" partidas guerrilleras. Es bien sabido que no es Jiménez el único guerrillero que actuará en la provincia: le sucederá en el mando de su partida Juan Gómez, y a éste Manuel Adame "El Locho", nacido en 1785 en Ciudad Real, que acabará la guerra con el grado de alférez en el ejército y andando el tiempo dirigirá con gran crueldad una importante partida carlista, de más de doscientos jinetes, muriendo finalmente en el exilio, en Londres.
También es conocido el caso de Fernando Cañizares y Mateo Vélez de Guevara, vocales de la Junta de Almagro, que no dudarán en ponerse al frente de una partida con la que recorren a lo largo de 1810 el Campo de Calatrava, apoderándose de 140 caballos de los franceses en el Valle de Alcudia como acción más destacada, y apresando al tiempo al Administrador enviado allí por José Bonaparte. En octubre será Miguel Díaz el que, al frente de los ciento cincuenta integrantes de su "Escuadrón volante de Fernando VII" (ochenta de ellos a caballo), ataque entre Valdepeñas y Santa Cruz de Mudela a un importante convoy que se dirigía desde Madrid a Andalucía, obligando a los franceses a poner en su persecución a integrantes de las guarniciones de Santa Cruz, Manzanares, Villanueva de los Infantes y La Solana, logrando una gran dispersión de las fuerzas enemigas.
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Muy importante serán igualmente las acciones llevadas a cabo por la partida de los "Cruzados de la Mancha" que puso en marcha el cura guerrillero Francisco Ureña, que el 19 de julio de ese mismo año ataca a una columna que salía de Ciudad Real hacia Almadén y la obliga a retroceder y refugiarse en el Hospicio capitalino. No contento con esta acción, el 27 de ese mismo mes reanuda sus ataques contra las tropas francesas en Almagro, acción que repite al día siguiente contra una fuerte columna que a punto está de llegar a Puertollano, a la que llega a causar 120 bajas, entre ellas un coronel y cuatro oficiales. Por su parte, otro importante guerrillero manchego, el valdepeñero Francisco Abad, conocido por "Chaleco", combate el 6 de septiembre a una importante columna francesa entre Valdepeñas y Manzanares, llegando al año siguiente a integrar una partida de más de cuatrocientos jinetes que llamará "Los Húsares de La Mancha", que opera entre La Mancha y Murcia, y que en 1812 integra en el ejército regular, siendo ascendido a coronel del mismo y sosteniendo acciones por toda la zona hasta enero de 1813.
No serán los únicos guerrilleros que se enfrenten a los franceses en la provincia en este mismo año de 1810: el 25 de julio, la partida de Manuel Pastrana, "Chambergo", entra en Ciudad Real y rapta al alguacil mayor, un español afrancesado, al que luego ejecutará sumariamente en Miguelturra, combatiendo con brío a los franceses que salieron en su búsqueda entre esta localidad y Almagro. Por su parte, el 10 de julio anterior, Juan Antonio Orovio había entrado en Daimiel, acorralando al destacamento francés allí acuartelado y combatiendo a las tropas que acudieron a auxiliarlas, no levantando el cerco hasta causar más de cien bajas al enemigo.
Otros guerrilleros combatirán al francés en pequeñas y rápidas partidas que recorren el cuadrante suroccidental de la provincia: Francisco Lasso de la Vega comandará a ochenta jinetes que se levantan en Almodóvar y más adelante adoptarán el nombre de "Leones Manchegos de la Romana"; y Juan Velasco Negrillo a unas decenas más en Agudo, mientras que otra partida similar será comandada por Alejandro Fernández. Todos ellos no dejarán de hostigar en pequeños grupos a los franceses en todo el campo de Calatrava y acabarán integrándose finalmente en la partida de "Chaleco".
La actividad de la guerrilla, en suma, será determinante para que los franceses se vean obligados a fortalecer sus guarniciones y a escoltar fuertemente a sus convoyes de aprovisionamiento, dispersando sus fuerzas e influyendo notablemente en el desarrollo de la guerra hasta la total evacuación de nuestro territorio, que se produce a mediados de 1813
Muy importante serán igualmente las acciones llevadas a cabo por la partida de los "Cruzados de la Mancha" que puso en marcha el cura guerrillero Francisco Ureña, que el 19 de julio de ese mismo año ataca a una columna que salía de Ciudad Real hacia Almadén y la obliga a retroceder y refugiarse en el Hospicio capitalino. No contento con esta acción, el 27 de ese mismo mes reanuda sus ataques contra las tropas francesas en Almagro, acción que repite al día siguiente contra una fuerte columna que a punto está de llegar a Puertollano, a la que llega a causar 120 bajas, entre ellas un coronel y cuatro oficiales. Por su parte, otro importante guerrillero manchego, el valdepeñero Francisco Abad, conocido por "Chaleco", combate el 6 de septiembre a una importante columna francesa entre Valdepeñas y Manzanares, llegando al año siguiente a integrar una partida de más de cuatrocientos jinetes que llamará "Los Húsares de La Mancha", que opera entre La Mancha y Murcia, y que en 1812 integra en el ejército regular, siendo ascendido a coronel del mismo y sosteniendo acciones por toda la zona hasta enero de 1813.
No serán los únicos guerrilleros que se enfrenten a los franceses en la provincia en este mismo año de 1810: el 25 de julio, la partida de Manuel Pastrana, "Chambergo", entra en Ciudad Real y rapta al alguacil mayor, un español afrancesado, al que luego ejecutará sumariamente en Miguelturra, combatiendo con brío a los franceses que salieron en su búsqueda entre esta localidad y Almagro. Por su parte, el 10 de julio anterior, Juan Antonio Orovio había entrado en Daimiel, acorralando al destacamento francés allí acuartelado y combatiendo a las tropas que acudieron a auxiliarlas, no levantando el cerco hasta causar más de cien bajas al enemigo.
Otros guerrilleros combatirán al francés en pequeñas y rápidas partidas que recorren el cuadrante suroccidental de la provincia: Francisco Lasso de la Vega comandará a ochenta jinetes que se levantan en Almodóvar y más adelante adoptarán el nombre de "Leones Manchegos de la Romana"; y Juan Velasco Negrillo a unas decenas más en Agudo, mientras que otra partida similar será comandada por Alejandro Fernández. Todos ellos no dejarán de hostigar en pequeños grupos a los franceses en todo el campo de Calatrava y acabarán integrándose finalmente en la partida de "Chaleco".
La actividad de la guerrilla, en suma, será determinante para que los franceses se vean obligados a fortalecer sus guarniciones y a escoltar fuertemente a sus convoyes de aprovisionamiento, dispersando sus fuerzas e influyendo notablemente en el desarrollo de la guerra hasta la total evacuación de nuestro territorio, que se produce a mediados de 1813
CONTINUACION:
Centrándonos ya en el caso de Puertollano, para comenzar habrá que echar mano de los ya antiguos estudios de Gascón Bueno para recordar que desde junio de 1808 hasta los primeros meses de 1813 hubo constantes escaramuzas contra pequeños destacamentos franceses, así como acciones de hostigamiento de divisiones del ejército español (pertenecientes en su mayoría al llamado Ejército del Centro) contra fuerzas francesas que protegían las comunicaciones entre Andalucía y la zona de Madrid.
Recientemente hemos conocido las memorias del Vizconde Reiset, que estuvo al frente del 13º regimiento francés de dragones, compuesto por seiscientos hombres, que estaba destinado a perseguir partidas guerrilleras por toda nuestra comarca (sobre todo la de Ventura Jiménez), y del que dependían hasta diecisiete pequeñas guarniciones distribuidas por toda la provincia. El 15 de febrero de 1811 escribía a su mujer lo siguiente: "Todos los días capturo bandoleros, y aunque no tenemos clemencia de ellos, siempre aparecen otros. Harían falta medidas más eficaces que las que empleamos habitualmente para destruir a estas bandas. Tienen sobre nosotros una ventaja considerable, al estar protegidos y avisados por sus compatriotas de cualquier peligro, y prevenidos inmediatamente de la proximidad de nuestras tropas". El 6 de julio siguiente, le comunicaba que el 27 de junio en Calzada y el 29 en Puertollano, habían sido atacados por guerrilleros, aunque sin sufrir serias bajas.
Con todo, estas acciones bélicas determinarán que se instale un hospital provisional en el edificio del convento franciscano de Puertollano, del que habían salido sus ocupantes en virtud del Decreto de Supresión de Órdenes de Regulares, dictado por José I Bonaparte el 18 de agosto de 1809. En este hospital, como en el cercano de Almodóvar, se atenderán a los numerosos heridos en las refriegas. El libro 9º de Defunciones de la parroquia de La Asunción recoge los nombres de hasta 59 militares españoles fallecidos tanto como consecuencia de sus heridas en el hospital como en acciones de guerra en nuestra comarca, y encuadrados en regimientos como los de Logroño, Chinchilla, Sevilla, Loja, Córdoba, Alcalá, Badajoz, Barbastro, Caballería de Farnesio y Caballería de Borbón. A estas bajas del ejército regular habría que sumar las de los soldados franceses, que eran evacuados a otras zonas mejor guarnecidas, como Almagro o Manzanares, y las de los guerrilleros, que siguiendo las leyes de la guerra, eran ajusticiados sin más trámites.
Lógicamente, esto obligará a habilitar un espacio específicamente destinado a enterrar los cuerpos de los fallecidos, tanto españoles como franceses, aunque de estos últimos carecemos de datos. Y el lugar no fue otro que una ampliación del propio cementerio conventual, que se vio extendido hacia la zona de la huerta, en la cabecera de la iglesia. En 1955, al acondicionarse la actual plaza de Viacrucis, aparecieron numerosos restos de estos enterramientos, que se trasladaron al osario municipal.
Tras la guerra, en los primeros meses de 1815 volvieron los franciscanos a su convento, reclamando su propiedad, iniciándose entonces la última etapa de funcionamiento, veinte años en los que apenas una decena de frailes vivieron una difícil existencia en un edificio en malas condiciones, hasta que se produjo la supresión definitiva del mismo, afectado por las medidas desamortizadoras dictadas por Mendizábal el 19 de febrero de 1836.
Centrándonos ya en el caso de Puertollano, para comenzar habrá que echar mano de los ya antiguos estudios de Gascón Bueno para recordar que desde junio de 1808 hasta los primeros meses de 1813 hubo constantes escaramuzas contra pequeños destacamentos franceses, así como acciones de hostigamiento de divisiones del ejército español (pertenecientes en su mayoría al llamado Ejército del Centro) contra fuerzas francesas que protegían las comunicaciones entre Andalucía y la zona de Madrid.
Recientemente hemos conocido las memorias del Vizconde Reiset, que estuvo al frente del 13º regimiento francés de dragones, compuesto por seiscientos hombres, que estaba destinado a perseguir partidas guerrilleras por toda nuestra comarca (sobre todo la de Ventura Jiménez), y del que dependían hasta diecisiete pequeñas guarniciones distribuidas por toda la provincia. El 15 de febrero de 1811 escribía a su mujer lo siguiente: "Todos los días capturo bandoleros, y aunque no tenemos clemencia de ellos, siempre aparecen otros. Harían falta medidas más eficaces que las que empleamos habitualmente para destruir a estas bandas. Tienen sobre nosotros una ventaja considerable, al estar protegidos y avisados por sus compatriotas de cualquier peligro, y prevenidos inmediatamente de la proximidad de nuestras tropas". El 6 de julio siguiente, le comunicaba que el 27 de junio en Calzada y el 29 en Puertollano, habían sido atacados por guerrilleros, aunque sin sufrir serias bajas.
Con todo, estas acciones bélicas determinarán que se instale un hospital provisional en el edificio del convento franciscano de Puertollano, del que habían salido sus ocupantes en virtud del Decreto de Supresión de Órdenes de Regulares, dictado por José I Bonaparte el 18 de agosto de 1809. En este hospital, como en el cercano de Almodóvar, se atenderán a los numerosos heridos en las refriegas. El libro 9º de Defunciones de la parroquia de La Asunción recoge los nombres de hasta 59 militares españoles fallecidos tanto como consecuencia de sus heridas en el hospital como en acciones de guerra en nuestra comarca, y encuadrados en regimientos como los de Logroño, Chinchilla, Sevilla, Loja, Córdoba, Alcalá, Badajoz, Barbastro, Caballería de Farnesio y Caballería de Borbón. A estas bajas del ejército regular habría que sumar las de los soldados franceses, que eran evacuados a otras zonas mejor guarnecidas, como Almagro o Manzanares, y las de los guerrilleros, que siguiendo las leyes de la guerra, eran ajusticiados sin más trámites.
Lógicamente, esto obligará a habilitar un espacio específicamente destinado a enterrar los cuerpos de los fallecidos, tanto españoles como franceses, aunque de estos últimos carecemos de datos. Y el lugar no fue otro que una ampliación del propio cementerio conventual, que se vio extendido hacia la zona de la huerta, en la cabecera de la iglesia. En 1955, al acondicionarse la actual plaza de Viacrucis, aparecieron numerosos restos de estos enterramientos, que se trasladaron al osario municipal.
Tras la guerra, en los primeros meses de 1815 volvieron los franciscanos a su convento, reclamando su propiedad, iniciándose entonces la última etapa de funcionamiento, veinte años en los que apenas una decena de frailes vivieron una difícil existencia en un edificio en malas condiciones, hasta que se produjo la supresión definitiva del mismo, afectado por las medidas desamortizadoras dictadas por Mendizábal el 19 de febrero de 1836.