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PUERTOLLANO: Llegamos con alegría, al palacio celestial en donde...

Llegamos con alegría, al palacio celestial en donde habita María, sin pecado original.
Salve, lucero del alba, del Edén mística flor, hermosa entre las hermosas.
Madre del Divino Amor, con ninguna criatura se te puede comparar, porque a todas las excedes en virtud y santidad.
Tú sola te mereciste, que el paraninfo Gabriel, te anunciase que serías madre del Dios de Israel.
Desde entonces sobre el mundo, tendiste tu protección, acogiendo cariñosa del cristiano la oración.
Por eso, piadosa Madre, siempre con seguridad acude a ti Puertollano en toda calamidad.
En el año mil trescientos cuarenta y ocho, se vió invadido de la peste que tanto estrago causó
y fue tan grande el espanto que a todos llegó a causar que en las calles se quedaban los muertos sin enterrar.
Pues fue tan grande el contagio de aquella peste cruel, que quien a otro se acercaba, quedaba muerto con él.
De cinco mil habitantes que había en la población, trece vecinos quedaron pidiendo su intercesión.
Y para mejor lograrla, llenos de humildad y fe, un voto solemne hicieron, que hasta hoy cumpliendo se ve.
Y fue aquel voto un ejemplo, de acendrada caridad; que a todo pobre que llega pan y carne se les da.
Benigna el Voto acogiste la epidemia cesó, este pueblo agradecido tus favores no olvidó.
Del siglo décimo quinto en el año ochenta y seis, invadió otra peste el pueblo y también le protegéis.
Entonces llenos de gozo, esta ermita te erigió y con el nombre de Gracia ¡Oh Virgen! Te saludó.
En ella y con tu permiso vamos el Mayo a cantar, más siendo Reina del Cielo ¿Dónde un varón encontrar?
Ninguno mejor Señora que el castísimo José. Que por Dios predestinado para esposo vuestro fue.
Y por eso en este día que es de gran festividad tus desposorios la Iglesia canta con solemnidad.
Al doblar de las campanas, acude la población a rendir humilde culto, con fervorosa oración.
Pues ves nuestros corazones, llenos de fe sin igual, líbranos Madre amorosa, por siempre de todo mal.
No desoigas nuestras voces de amante solicitud, consuelo del afligido y del enfermo salud.
Alza tus manos divinas, échanos tu bendición; y del Espíritu Santo, llena nuestro corazón.
Adiós, pues, del mar Estrella. Adiós, Reina Celestial. Madre del Verbo, encarnado, Sin pecado original.
Adiós, tesoro de Gracia. Fuente fecunda del bien, haz que al expirar vayamos, a gozar la gloria. Amén