Cuando Juan y Paloma estuvieron en Ciudad Real estos dias de atras a la reunion del voluntariado, con Maxi y Dorovi me envió Juan este escrito suyo, con idea de que lo pusiera en el foro para que lo leyerais, queria lo pusiera con la letra original, asi como le veis, pero eso es imposible, intenté de multiples formas claro está, pero como le dije, en el foro solo sale letra única, por eso decidí escanearlo en su letra original y ahora os pongo todo el texto para que lo podais leer mejor.... espero lo disfruteis como yo he disfrutado leyendolo....
TRAS EL VUELO DE PALOMA
Nuestro hombre dice sentirse solo entre muchos hombres solos. Solo y sin embargo pasea sus pensamientos tristes, en toda su fuerza.
Se traslada en el tiempo, camina, retrocede en su memoria, y de algunos días cultiva unas rosas, las abraza y deshoja.
En este instante camina por un país diferente, medita sobre el país de acogida, en la soledad de los primeros días, en la incertidumbre, en el silencio de una “chambre”, en un dia de nieve. Se ha fijado lo suficiente en las gentes, y ha aprendido a pensar; se está diciendo, que en su país, el país que dejó, por el acoso de mil preguntas, estas le propician respuestas, pero de esto hace mucho tiempo….
Ha nevado toda la noche, un compatriota, le ha prestado su “chambre” humilde pero acogedora, a las afueras de la gran ciudad; las gentes hablan diferente, piensan diferente, se dice y añade que no se cansará de repetirlo. Más allá de las últimas casas y los tejados de las mismas, todo es una blancura helada. Vicente el gallego, se ha marchado a su trabajo, para nuestro hombre, este ha quedado paralizado a causa del temporal.
Esto sucede en un país lejano, y a los hombres de siempre. Estos mismos pensamientos, estas mismas nostalgias, esta misma soledad, se ha repetido a lo largo de los siglos. Hoy – dice – estoy muy solo entre los muchos solos, que desde su tierra chica han cargado con unos pocos enseres y se ha trasladado a la gran ciudad, o los otros, como en el caso, que cruzado las fronteras, con una mísera maleta de cartón, han vivido la incertidumbre primera de las lenguas y el choque de las costumbres.
Hoy es un día para pensar, mientras el viento ruge fuera, mientras la nieve cubre todo, mientras los copos revolotean en todas direcciones como queriendo abrazar a veces, como buscando un lugar donde posarse otras, y así hasta muy juntos abrazarse.
Hacía solo unos meses que había dejado el África misteriosa ¡Que contraste de paisajes! ¡dunas y mas dunas, sembradas en la llanura cielo ancho y estrellado, en las noches silenciosas!
Ya había conocido a algún compatriota, se decía que había muchos… ¡Que extraño destino!, primero aquel Madrid, hundido en la miseria, para poco a poco ir despertando de “su letargo”…en penosa lentitud…en odios callados; en crueles prepotencias…. sin libertad.
Me quedaré, le había dicho a Vicente, me quedaré entre los que escarban, en fabricas o andamios, a la espera de que mi sudor de sus frutos; me quedaré, repite en ecos el viento y la nieve, porque yo he nacido en el viento frío y nieve que azota a los pobres; me quedaré entre las gentes que no se les ha condenado al silencio.
Me quedaré y desde aquí abrazaré con mas fuerza que nunca, mi niñez robada, porque me asomaré a la luna grande y hermosa de mi patria chica, en esta gran ciudad, me acostaré bajo las estrellas brillantes en aquellos mis cielos; dormiré bajo sus bóvedas en aquellas llanuras, que poco a poco fueron reverdeciendo de trigales; me acunaré en mis nidos y en las escasas nanas, recorreré sus valles, y beberé en sus fuentes cuando la sed me lo pida. Estaré en la aldea, en el canto del gallo, en los ladridos del perro, en el trajín de las yuntas, y…acarrearé la mejor semilla, hasta aquí, hasta esta ciudad ruidosa.
A lo largo de la calle un camión avanza a duras penas, unos obreros de color recogen las “pubelles” cubiertas de nieve en la ciudad ya despierta.
En mi pequeño pueblo, en mi aldea pequeña, las gentes también se despiertan…pasan al lado del viejo castillo indiferentes por la costumbre y ni tan siquiera se dan cuenta de que las palomas vuelan en círculo y que algunas se posan en los huecos que han dejado las viejas vigas. Tampoco saben, que alguien, desde lejos está contemplando las palomas.
Juan Monedero (Libertad)
TRAS EL VUELO DE PALOMA
Nuestro hombre dice sentirse solo entre muchos hombres solos. Solo y sin embargo pasea sus pensamientos tristes, en toda su fuerza.
Se traslada en el tiempo, camina, retrocede en su memoria, y de algunos días cultiva unas rosas, las abraza y deshoja.
En este instante camina por un país diferente, medita sobre el país de acogida, en la soledad de los primeros días, en la incertidumbre, en el silencio de una “chambre”, en un dia de nieve. Se ha fijado lo suficiente en las gentes, y ha aprendido a pensar; se está diciendo, que en su país, el país que dejó, por el acoso de mil preguntas, estas le propician respuestas, pero de esto hace mucho tiempo….
Ha nevado toda la noche, un compatriota, le ha prestado su “chambre” humilde pero acogedora, a las afueras de la gran ciudad; las gentes hablan diferente, piensan diferente, se dice y añade que no se cansará de repetirlo. Más allá de las últimas casas y los tejados de las mismas, todo es una blancura helada. Vicente el gallego, se ha marchado a su trabajo, para nuestro hombre, este ha quedado paralizado a causa del temporal.
Esto sucede en un país lejano, y a los hombres de siempre. Estos mismos pensamientos, estas mismas nostalgias, esta misma soledad, se ha repetido a lo largo de los siglos. Hoy – dice – estoy muy solo entre los muchos solos, que desde su tierra chica han cargado con unos pocos enseres y se ha trasladado a la gran ciudad, o los otros, como en el caso, que cruzado las fronteras, con una mísera maleta de cartón, han vivido la incertidumbre primera de las lenguas y el choque de las costumbres.
Hoy es un día para pensar, mientras el viento ruge fuera, mientras la nieve cubre todo, mientras los copos revolotean en todas direcciones como queriendo abrazar a veces, como buscando un lugar donde posarse otras, y así hasta muy juntos abrazarse.
Hacía solo unos meses que había dejado el África misteriosa ¡Que contraste de paisajes! ¡dunas y mas dunas, sembradas en la llanura cielo ancho y estrellado, en las noches silenciosas!
Ya había conocido a algún compatriota, se decía que había muchos… ¡Que extraño destino!, primero aquel Madrid, hundido en la miseria, para poco a poco ir despertando de “su letargo”…en penosa lentitud…en odios callados; en crueles prepotencias…. sin libertad.
Me quedaré, le había dicho a Vicente, me quedaré entre los que escarban, en fabricas o andamios, a la espera de que mi sudor de sus frutos; me quedaré, repite en ecos el viento y la nieve, porque yo he nacido en el viento frío y nieve que azota a los pobres; me quedaré entre las gentes que no se les ha condenado al silencio.
Me quedaré y desde aquí abrazaré con mas fuerza que nunca, mi niñez robada, porque me asomaré a la luna grande y hermosa de mi patria chica, en esta gran ciudad, me acostaré bajo las estrellas brillantes en aquellos mis cielos; dormiré bajo sus bóvedas en aquellas llanuras, que poco a poco fueron reverdeciendo de trigales; me acunaré en mis nidos y en las escasas nanas, recorreré sus valles, y beberé en sus fuentes cuando la sed me lo pida. Estaré en la aldea, en el canto del gallo, en los ladridos del perro, en el trajín de las yuntas, y…acarrearé la mejor semilla, hasta aquí, hasta esta ciudad ruidosa.
A lo largo de la calle un camión avanza a duras penas, unos obreros de color recogen las “pubelles” cubiertas de nieve en la ciudad ya despierta.
En mi pequeño pueblo, en mi aldea pequeña, las gentes también se despiertan…pasan al lado del viejo castillo indiferentes por la costumbre y ni tan siquiera se dan cuenta de que las palomas vuelan en círculo y que algunas se posan en los huecos que han dejado las viejas vigas. Tampoco saben, que alguien, desde lejos está contemplando las palomas.
Juan Monedero (Libertad)