Como me siento esta mañana a la escucha del llanto de antiguas primaveras.
Como ayer fue un día de descanso, y solo crugió mi memoriaen potros de hierro castigando mis praderas. Como un viento que no pedí puso en mis oidos alguna alegria y bastantes tristezas, que entonces pasaban desapercividas, y la edad de la inocencia pasa rápido... vosces, voces de:
TIERRA ANTIGUA
Olía el alba a lina. Olía
el campo a espliego y tomillo,
en cascadas de palabras sencillas...
y a robledales y a pinos.
Olía a mil melodías
de inocentes pajarillos
que sus nidos construían
que el la aurora un grito
de odio despertara un día
y el valle gimiera herido.
Antes de aquella agonía
de flores en los caminos
y aquel llanto de luna
fuera el único rocío.
A un hoyo las melodías
cayeron. Del campo niño
el rezo en la tierra mía:
de mis juegos, de mis nidos
e inocentes alegrías,
solo quedó un viento frío
mientras que la tierra ardía
y el cielo oscurecido.
Y quejas en la campiña.
Y las viñas y sus racimos
sufriendo crueles mordidas...
Y mes rosas. Y mis lirios
y las amapolas mías
llorando en el valle herido
porque un alba enfurecida.
Y el grito: grito maldito
-! como temblaban las brisas-
que turbo el canto en mi río
mientra el agua gemía.
Y aquellos senderos niños
que los metales herían.
Olía el campo a tomillo
y a sueños y a flor secilla.
Olía a paz. Olía a trigo
y a lluvia adolescente y tímida.
libertad.
Como ayer fue un día de descanso, y solo crugió mi memoriaen potros de hierro castigando mis praderas. Como un viento que no pedí puso en mis oidos alguna alegria y bastantes tristezas, que entonces pasaban desapercividas, y la edad de la inocencia pasa rápido... vosces, voces de:
TIERRA ANTIGUA
Olía el alba a lina. Olía
el campo a espliego y tomillo,
en cascadas de palabras sencillas...
y a robledales y a pinos.
Olía a mil melodías
de inocentes pajarillos
que sus nidos construían
que el la aurora un grito
de odio despertara un día
y el valle gimiera herido.
Antes de aquella agonía
de flores en los caminos
y aquel llanto de luna
fuera el único rocío.
A un hoyo las melodías
cayeron. Del campo niño
el rezo en la tierra mía:
de mis juegos, de mis nidos
e inocentes alegrías,
solo quedó un viento frío
mientras que la tierra ardía
y el cielo oscurecido.
Y quejas en la campiña.
Y las viñas y sus racimos
sufriendo crueles mordidas...
Y mes rosas. Y mis lirios
y las amapolas mías
llorando en el valle herido
porque un alba enfurecida.
Y el grito: grito maldito
-! como temblaban las brisas-
que turbo el canto en mi río
mientra el agua gemía.
Y aquellos senderos niños
que los metales herían.
Olía el campo a tomillo
y a sueños y a flor secilla.
Olía a paz. Olía a trigo
y a lluvia adolescente y tímida.
libertad.