CUANDO SE FUE...
Un viento húmedo empapo mis ojos
y su figura se hizo sombra
en el sendero agostando mis claveles.
Crecieron los abrojos
en la senda toda.
Los arboles, perdida su alegría
se desnudaron de sus hojas
y caían, y caían en triste sinfonía
en melodías dolorosas.
El canto de los pájaros se moría:
! Adíos a tu aliento!
! Adios a sus caricias!
! Adiós! Grito el viento
cuando tras la loma se perdía.
! Adios! -la tarde fue un lamento
que me trajo su voz tibia.
Si quieres saber si aún venero
el antes de aquella despedida
si permanece en mi lo bello
de aquella hembra sometida
en el grito del amor primero
te responderá mi agonía:
me llueve tu silencio.
De aquel fuego la ceniza.
Me duele hasta el silencio
en aquella senda maldita.
Me duele hasta el gemido
y tu aliento de voz niña.
! Adiós mis abriles músicos
tus dedos de cuando ardían
sobre mi piel! Adiós cuando
cuando doradas caricias
bajo los verdes álamos
en el praderío de otros días!
Sin embargo mis ojos de muchacho
no se han muerto toda vía:
en aquel verdor de los campos
oigo tu voz todavía...
Entre los olmos, los pájaros
me recuerdan que muy niña
me brindaste tiernos labios
con un beso en la mejilla.
Un viento húmedo empapo mis ojos
y su figura se hizo sombra
en el sendero agostando mis claveles.
Crecieron los abrojos
en la senda toda.
Los arboles, perdida su alegría
se desnudaron de sus hojas
y caían, y caían en triste sinfonía
en melodías dolorosas.
El canto de los pájaros se moría:
! Adíos a tu aliento!
! Adios a sus caricias!
! Adiós! Grito el viento
cuando tras la loma se perdía.
! Adios! -la tarde fue un lamento
que me trajo su voz tibia.
Si quieres saber si aún venero
el antes de aquella despedida
si permanece en mi lo bello
de aquella hembra sometida
en el grito del amor primero
te responderá mi agonía:
me llueve tu silencio.
De aquel fuego la ceniza.
Me duele hasta el silencio
en aquella senda maldita.
Me duele hasta el gemido
y tu aliento de voz niña.
! Adiós mis abriles músicos
tus dedos de cuando ardían
sobre mi piel! Adiós cuando
cuando doradas caricias
bajo los verdes álamos
en el praderío de otros días!
Sin embargo mis ojos de muchacho
no se han muerto toda vía:
en aquel verdor de los campos
oigo tu voz todavía...
Entre los olmos, los pájaros
me recuerdan que muy niña
me brindaste tiernos labios
con un beso en la mejilla.
Buenas tardes Juan, las musas de nuevo se acercaron hasta tu rincon y los trinos de los pájaros te trajeron los recuerdos y seguro que hasta sentiste ese beso en la mejilla.
Besos, ¿como sigue Paloma?, espero que bien
Besos, ¿como sigue Paloma?, espero que bien
