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PUERTOLLANO: ya sabia yo que algun recuerdo despertaria su lectura

Viendo las fotografias llegué a esta, y me acordé que hace unos dias leí algo referente a los bancos de hierro que habia en el Paseo y cambiaron por estos de madera y mamposteria, menos mal que con el tiempo cambiaron los de madera por los actuales de hierro, que para mi son mas bonitos, al leer recordareis como han desaparecido tantas cosas de nuestra Ciudad, poco a poco las reliquias de la historia han ido desapareciendo..... asi que me he ido a por el libro y aqui os dejo un poco de lectura...

LOS VIEJOS BANCOS DEL PASEO

Hace pocos dias veíamos como las manos de los empleados municipales iban arrancando de nuestro paseo aquellos viejos bancos de hierro en que durante tantos años descansamos en ellos. Eran bancos de pletinas cruzadas a cuadros iguales, y otros de cóncava chapa para agujeritos en sus fondos, algunos de éstos ya estaban un tanto carcomidos por el óxido. Esos viejos bancos van a ser sustituidos por otros de largas tablas de madera pintadas de verde, teniendo como soporte pilarotes de blanca mamposteria.

ni qué decir tiene que esos nuevos bancos son más cómodos, y desde luego, m, ucho más ornamentales. Así, nuestro paseo y sus jardines van sufriendo poco a poco la inevitable metamorfósis del embellecimiento y del modernismo. La paleta del siglo renovador arrancó ayer la vieja marquesina de la banda municipal, luego la airosa copa, hoy los viejos bancos de hierro, mañana será la otra caduca marquesina de principios de siglo donde está la famosa fuente del agua agria, luego será la nostálgica "parecilla" y algún día la barandilla de hierro que rodea los jardines y la Glorieta de la Virgen de Gracia.

Hay que renovarse o perecer, dice el refrán. Pero nosotros, cada vez que vemos desaparecer algún atuendo antiguo de nuestro paseo nos parece que empezamos a perecer un poco, y por ello, cuando defendemos la existencia de estas viejas cosas que se hunde en la nave de los siglos, no lo hacemos imbuidos en un romanticismo ni cursilería, lo hacemos por el egoismo natural del hombre que quiere luchar con el paso de los años.

Estos viejos bancos de hierro y estos rústicos poyos de basta piedra que aún quedan en los paseillos de nuestros hermosos jardines tienen para el cronista un hermoso valor histórico cuajado de dulces nostalgias. La vida de estos bancos tienen tambien valor de realeza y saben de hondos problemas de nuestra vida politica de mediados del siglo pasado. Sobre ellos descansaron las posaderas de frágiles princesitas, sostuvieron la arrogante figura de un presidente del Consejo de Ministros en meditación, y fueron férreos y pétreos testigos de la inspiración de un gran poeta...

En uno de estos viejos poyos de piedra parece que aún vemos descansar la señera figura del Duque de Valencia, que tras buscar en nuestras aguas algunas mañanas de estío el bálsamo confortador para su aparato locomotor quebrantado por los banquetes y meriendas a las que le obligaba a participar su elevado cargo de Presidente del Consejo de Ministros, buscaba la quietud y el silencio de nuestros jardines perfumados que brindaban bien merecido descanso a nuestro ilustre agua agriero que así trataba de olvidar por unos dias la turbulencia de una España en guerra contra las bandas carlistas; la soberbia inglesa que él había hecho acallar hacía unos dias arrojando a empellones de su despacho al ensoberbecido embajador Henry Bullwer; los devaneos de la reina gobernadora con el soldado de Tarancón, el cotilleo palaciego por entonces cifrado en las personas de los Duques de Montpesier por anunciar su regreso a Sevilla... Todo quedaba borrado de la preocupación del General Narváez en este rincon manchego donde él buscaba la gracia medicinal de su cura de aguas en nuestra fuente y la paz y la tranquilidad de su espíritu sentado sobre un viejo banco de nuestros jardines.

Desde aquel Julio de 1850, ¡cuántos años ya! Sólo estos viejos bancos que brindaron descanso a Don Ramón, y esos árboles añosos, que refrescaron vivificando con sus auras la mente del gobernante y del militar ilustre, son únicos testigos.

Estos bancos que para Narváez eran el dulce remanso que aquietaba sus inquietudes y sus preocupaciones de máximo gobernante del reinado de Isabel y de D Francisco, tienen para nosotros un gran valor emocional, y por ello, pedimos "que no se vayan" de nuestros jardines totalmente, quedando como simbolo eterno de un episodio de nuestra querida historia de Puertollano cuyas nostalgicas evocaciones se van perdiendo hechas cenizas entre los dedos de la mano implacable del tiempo

BLAS ADÁNEZ JURADO "ANEZDA"

Leyendo este artículo me ha recordado de esa parecilla y de los barrotes que bordeaban la glorieta de la Virgen, me parecía estar subido en ella y agarrado a la verja mientras los burros my caballerizas en el día de su santo van dando vueltas sin parar a la glorieta…

ya sabia yo que algun recuerdo despertaria su lectura
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Lo que no recordaba es que por aquellos entonces es cuando se cambio la concha de la música por la actual…