El tren galopaba por las Lanuras Castellanas, bajo un cielo sin nubes. Los campos de trigales, a derecha e izquierda, se iban quedando atrás en la llanura, Algunos viajeros, dormitaban, en posturas indolentes. Una señora mayor,, justo enfrente, portaba una gran cesta, por lo que alguno de los viajeros, con gesto de disgusto, saltó por encima.
Frente a mi se había sentado una joven, que en un primer momento me pareció antipática, hasta me extrañó, que se colocara, justo enfrente, cuando había el resto de los asientos libres. Iba elegantemente vestida por lo que descarté, posible conversación con ella. Ojeaba una revista desde que el tren hubo dejado aquella estación en Madrid: me dí cuenta de que no leía nada de su contenido, y que tenía deseo de iniciar una conversación.
Los silencios tanto en los ascensores como en el tren siempre me resultaron molestos: sobre todo el el tren, en un viaje largo. Yo no tenía nada para leer, solo una carpeta que acariciaba casi con mimo.
Atravesábamos El Guadarrama, para iniciar la conversación, mientras pasábamos un túnel,. creo que mi voz sonó ronca e insegura, cuando pregunté hacia donde se dirigía. Su respuesta pe tranquilizó, cuando su respuesta, ya pasada la oscuridad, fue lo amable que yo no esperaba, y alumbrada con una gran sonrisa,
-Voy a Santander, donde tengo familia y amigos- había dicho.
- Yo no llego hasta esa ciudad, me quedo en lo alto, exactamente en Reinosa- respondía ya con voz segura.
Hablamos de mil cosas, hasta desnudamos algunas intimidades.
-Acabo de romper con mi pareja... No soporto los engaños- añadió en una mezcla de satisfacción y rabia.
Yo rompí a reír, mirándome sorprendida, pregunto:
- ¿Que le hace tanta gracia?
-Primero te voy a pedir que me tutees, como ves, comienzo por mí... esta carpeta que llevo conmigo, contiene mi divorcio- dije sin disimilar mi alegría. Y continué: es hora de que este país despierte de lo in puesto, es hora de que a los ipocritas se les diga, que vivimos en Europa y darles en los morros con sus imposiciones - dije en tono de mal humor. Es hora de que seamos un país mas libre, que unos estúpidos caprichosos no pisoteen nuestra libertad...
-Se algo de lo que me cuentas
- ¿Separada?
! No!, simplemente, he estudiado derecho, son abogado.
- Me sentí... bueno, desolado, empequeñecido. solo acerté a tartamudear.
-! Que suerte tenéis, aquellos, que habéis accedido a estudios!
- Mis padres se sacrificaron...
A continuación le explique, cuales habían sido mis caminos a recorrer: momentos después, pareciere que nos conocíamos de toda la vida. Charlabamos. Nos interrumpíamos... nuestras rodillas se tocaban... un silencio largo sigió a nuestro dialogo, pero ambas rodilla permanecieron apretadas: ¿se buscaban?
-Voy a fumarme un cigarrillo en el descansillo: ¿vienes?
Me siguió. Me pareció mas hermosa... fue un brusco movimiento de el tren. El cigarro cayó por tierra. y nuestros cuerpos estaban muy juntos
-He estado a punto de caer- murmuro, sin separase de mi. sentí el calos de su cuerpo tras su elegante vestido... y su duros senos sobre mi pecho. Nos miramos y nuestros labios se juntaron en un beso fugaz que diera paso luego a besos prolongados.
Una de las puertas se abrió. el revisor con una sonrisa de complicidad, pasó de largo, pero el hechizo se había roto (en este momento alguien me interrumpe en el ordenador, para ella y todo los amigos)
Atravesábamos las llanuras de Palencia, ya acomodados en nuestros asientos, uno al lado del otro.
- ¿Nos veremos? Yo regreso a Madrid en ocho días.
-Allí estaré, te lo prometo-
Las alas del deseo estaban desplegadas. El viento de su existencia y la mía se habían unido en una llamada. Pero creo que ambos caíamos heridos ante la separación momentanea.
LIBERTAD
Frente a mi se había sentado una joven, que en un primer momento me pareció antipática, hasta me extrañó, que se colocara, justo enfrente, cuando había el resto de los asientos libres. Iba elegantemente vestida por lo que descarté, posible conversación con ella. Ojeaba una revista desde que el tren hubo dejado aquella estación en Madrid: me dí cuenta de que no leía nada de su contenido, y que tenía deseo de iniciar una conversación.
Los silencios tanto en los ascensores como en el tren siempre me resultaron molestos: sobre todo el el tren, en un viaje largo. Yo no tenía nada para leer, solo una carpeta que acariciaba casi con mimo.
Atravesábamos El Guadarrama, para iniciar la conversación, mientras pasábamos un túnel,. creo que mi voz sonó ronca e insegura, cuando pregunté hacia donde se dirigía. Su respuesta pe tranquilizó, cuando su respuesta, ya pasada la oscuridad, fue lo amable que yo no esperaba, y alumbrada con una gran sonrisa,
-Voy a Santander, donde tengo familia y amigos- había dicho.
- Yo no llego hasta esa ciudad, me quedo en lo alto, exactamente en Reinosa- respondía ya con voz segura.
Hablamos de mil cosas, hasta desnudamos algunas intimidades.
-Acabo de romper con mi pareja... No soporto los engaños- añadió en una mezcla de satisfacción y rabia.
Yo rompí a reír, mirándome sorprendida, pregunto:
- ¿Que le hace tanta gracia?
-Primero te voy a pedir que me tutees, como ves, comienzo por mí... esta carpeta que llevo conmigo, contiene mi divorcio- dije sin disimilar mi alegría. Y continué: es hora de que este país despierte de lo in puesto, es hora de que a los ipocritas se les diga, que vivimos en Europa y darles en los morros con sus imposiciones - dije en tono de mal humor. Es hora de que seamos un país mas libre, que unos estúpidos caprichosos no pisoteen nuestra libertad...
-Se algo de lo que me cuentas
- ¿Separada?
! No!, simplemente, he estudiado derecho, son abogado.
- Me sentí... bueno, desolado, empequeñecido. solo acerté a tartamudear.
-! Que suerte tenéis, aquellos, que habéis accedido a estudios!
- Mis padres se sacrificaron...
A continuación le explique, cuales habían sido mis caminos a recorrer: momentos después, pareciere que nos conocíamos de toda la vida. Charlabamos. Nos interrumpíamos... nuestras rodillas se tocaban... un silencio largo sigió a nuestro dialogo, pero ambas rodilla permanecieron apretadas: ¿se buscaban?
-Voy a fumarme un cigarrillo en el descansillo: ¿vienes?
Me siguió. Me pareció mas hermosa... fue un brusco movimiento de el tren. El cigarro cayó por tierra. y nuestros cuerpos estaban muy juntos
-He estado a punto de caer- murmuro, sin separase de mi. sentí el calos de su cuerpo tras su elegante vestido... y su duros senos sobre mi pecho. Nos miramos y nuestros labios se juntaron en un beso fugaz que diera paso luego a besos prolongados.
Una de las puertas se abrió. el revisor con una sonrisa de complicidad, pasó de largo, pero el hechizo se había roto (en este momento alguien me interrumpe en el ordenador, para ella y todo los amigos)
Atravesábamos las llanuras de Palencia, ya acomodados en nuestros asientos, uno al lado del otro.
- ¿Nos veremos? Yo regreso a Madrid en ocho días.
-Allí estaré, te lo prometo-
Las alas del deseo estaban desplegadas. El viento de su existencia y la mía se habían unido en una llamada. Pero creo que ambos caíamos heridos ante la separación momentanea.
LIBERTAD
Me vais a excusar amigos, la historia tiene algún defecto, como consecuencia de dos interrupciones. Tienen fácil arreglo. Y como sé que me leerán aquello que me interrumpieron, decirles que no se sientan culpables
Un abrazo y que paséis buena tarde.
Hoy veré a mi equipo, espero Cubero que no sufra una paliza.
abrazos. JUAN
Un abrazo y que paséis buena tarde.
Hoy veré a mi equipo, espero Cubero que no sufra una paliza.
abrazos. JUAN