¡A LA FERIA! ¡A LA FERIA!
Dentro de muy pocas horas nuestros grandes paseos se van a convertir en un estruendo de ruidos de motores, de altavoces... Su sencillo alumbrado ordinario se va a convertir también en una reluciente ascua de oro. Sus avenidas serán avalanchas de riente y bulliciosa multitud.
La feria pasará y nos dejará, como siempre, rendidos, aturdidos y... lo que es peor, sin dineros. ¿Mas quien piensa en ello?.
¿Usted no va a la feria? ¡Bah! Usted no sabe lo que se hace... Pero ¡hombre! si no hace falta dinero para divertirse en ella. Coja paseo arriba, luego paseo abajo... y prepárese a mirar que no le va a dar tiempo a ver tanta cara bonita; tanta bombilla de colores; tantas atracciones... y solamente con que se quede un momento parado ante los cochecitos eléctricos viendo los trastazos que dan los improvisados conductores, uno contra el otro, hasta romperse las rodillas contra las armaduras que llevan por delante, tendrá usted bastante para desternillarse de risa.
La alegría de esta feria es contagiosa. El anciano siente curiosidad de probar su pulso en el tiro al blanco. La señora se ve picada por la tentación de retratarse con el atuendo de Irma Vila. El grave señor siente incontenibles deseos de ir al circo donde actúen muchas alambristas. Y todos rien de buena gana viendo reir a los niños.
Esta feria de Puertollano tiene una esencia, un sello peculiar inconfundible. Será la llegada de la primavera; será el aroma de sus jardines, o quien sabe si sea efectos de su agua agria... pero no; yo creo otra cosa... es el efecto de sus simpatía es el ambiente que en ella se respira de sencillez, de hospitalidad, cariño a todo lo que nos rodea y a todos los que nos visitan.
Esta ciudad minera, tiene alma de niño... tiene espíritu infantil que tiende sus brazos gozosos a sus huéspedes y siente el afán incontenible del pequeño a quien han hecho un hermoso regalo y está deseoso de enseñárselo a todos sus amiguitos...
Así es Puertollano; noble, generoso y desprendido.
Venga, venga a la feria. Se cansará mucho, eso desde luego, pero le aseguro que se va a divertir
BLAS ADÁNEZ JURADO
Dentro de muy pocas horas nuestros grandes paseos se van a convertir en un estruendo de ruidos de motores, de altavoces... Su sencillo alumbrado ordinario se va a convertir también en una reluciente ascua de oro. Sus avenidas serán avalanchas de riente y bulliciosa multitud.
La feria pasará y nos dejará, como siempre, rendidos, aturdidos y... lo que es peor, sin dineros. ¿Mas quien piensa en ello?.
¿Usted no va a la feria? ¡Bah! Usted no sabe lo que se hace... Pero ¡hombre! si no hace falta dinero para divertirse en ella. Coja paseo arriba, luego paseo abajo... y prepárese a mirar que no le va a dar tiempo a ver tanta cara bonita; tanta bombilla de colores; tantas atracciones... y solamente con que se quede un momento parado ante los cochecitos eléctricos viendo los trastazos que dan los improvisados conductores, uno contra el otro, hasta romperse las rodillas contra las armaduras que llevan por delante, tendrá usted bastante para desternillarse de risa.
La alegría de esta feria es contagiosa. El anciano siente curiosidad de probar su pulso en el tiro al blanco. La señora se ve picada por la tentación de retratarse con el atuendo de Irma Vila. El grave señor siente incontenibles deseos de ir al circo donde actúen muchas alambristas. Y todos rien de buena gana viendo reir a los niños.
Esta feria de Puertollano tiene una esencia, un sello peculiar inconfundible. Será la llegada de la primavera; será el aroma de sus jardines, o quien sabe si sea efectos de su agua agria... pero no; yo creo otra cosa... es el efecto de sus simpatía es el ambiente que en ella se respira de sencillez, de hospitalidad, cariño a todo lo que nos rodea y a todos los que nos visitan.
Esta ciudad minera, tiene alma de niño... tiene espíritu infantil que tiende sus brazos gozosos a sus huéspedes y siente el afán incontenible del pequeño a quien han hecho un hermoso regalo y está deseoso de enseñárselo a todos sus amiguitos...
Así es Puertollano; noble, generoso y desprendido.
Venga, venga a la feria. Se cansará mucho, eso desde luego, pero le aseguro que se va a divertir
BLAS ADÁNEZ JURADO