Un deslumbramiento en el que también coincide en 1965 el diestro Julio Aparicio de raices puertollaneras, que cada vez que regresaba se encontraba ante la nueva California. "Es un pueblo para hombres, pero no digo esto en un sentido de muchísimo mal entendido, sino en el sentido de aquellos hombres que llegan con su espíritu de nuevos pioneros, que sin pretenderlo son los que hacen una buena patria"