La feria era una ciudad dentro de la propia ciudad en aquel recinto de "El Bosque", que por entonces nos parecía inmenso e interminable mapa de diversión."Ante nuestros ojos, esta metamorfosis era alucinante, sobre todo cuando en las primeras horas de la noche la luz eléctrica con su poder, realzaba el valor de tanta deleznable baratija y de tanta bisuteria de bajo precio, que a nosotros nos parecían parte del fabuloso tesoro de los piratas. Pero además, colgaban de cuerdas y paredes los aros, tambores, trompetas, diábolos, caballos de cartón y demas eternos envidiables juguetes, alguno de los cuales, sabíamos que había de pasar a ser nuestra exclusiva propiedad". Escribía Carmelo Poras en 1961.