PUERTOLLANO: Una charla, simpática y constructiva, una conversación...

Una charla, simpática y constructiva, una conversación telefónica, con la hermana que me sigue, y mi afán en la costumbre de escribir un relato todos los fines de semana; ha propiciado este:

>>>Cundo los inviernos son fríos, no hiere el frío por igual a todos los mortales... mayores o niños. (hubiera querido relatar un cuento para mi nieta: me temo que ho no es posible, puesto que mis nietos no padecieron el mismo frío con el que tiritó de niño si abuelo. Y: ¿para que contarles, que el frío persiste en muchos niños? Que ellos solos. Que ellos aprendan que hay niños que tiritan hoy y siempre, en algún lugar, en busca de el pan.! No no voy a cocar nada... ESTA HISTORIA la reservo para mayores que dejaron de ser niños demasiado pronto. Ayer en mi pueblo (lugar de esta historia) hablaba de Reyes magos ausentes...! Si señor, los Reyes magos, no llegan a todas las ventanas por igual!
>>> Silencios de inviernos, largos y crueles. Árboles, desgajados y desnudos como esqueletos vestidos de escarcha. Chimeneas, soltando humos, lentos y blanquecinos, hacia un cielo cris, presagiando nieve... Y es que hubo nieves que permanecieron mucho tiempo. Y el abuelo: el abuelo poniendo sobre las brasas "alegrones" de romero, desde el rincón de la cocina, avivando las llamas que lamían la gran cadena de hiero, de donde se colgaría, el gran caldero, donde se elaborarían las morcilla, pero eso sería En la algún año después. En la repisa descansaban, cazuelas de barro y otros utensilios de cocina. Una gruesa barra de olmo sujetada por dos clavos de herrero, pendía de la repisa... a la espera de que un día, fuera adornada de morcillas y longanizas: tardó en llegar ese día. cazos y alguna sartén en las paredes, cubiertas de periódicos, que hablaban de acontecimientos, en países cercanos o lejanos; de los que aún no entendían los niños.
Y... hombres que llegaron, mientras otros partieron. Hombre recién llegados; silenciosos y aturdidos... que en el invierno machacaban esparto, elaboraban sogas o plaitas, esperando la primavera: esperando primaveras. La abuela manejando la rueca con gran habilidad, para luego tejer calcetines de lana alumbrada por la debil luz de el candil, que cuando chisporroteaba, ayudada, de una de sus horquillas que sujetaban si pelo recogido en un moño; hurgaba en la mecha, avivando su llama.
Palabras hacia adentro como con miedo a pronunciarlas Silencios largos y pesados, que hablaría después en el cerebro de los niños despiertos. El campo, silencioso, esperando canciones de arado sobre el barbecho.
Y pasaban los días. Y los niños crecían.. en juegos recién aprendidos. con trozos de madera inventándose... buenos y malos.! que sabían los niños!
tardaron mucho tiempo. tardaron demasiado, los arados, en taladrar la tierra, y plantar la semilla a llevar a la artesa. Tardaron mucho las madres de llorar a escondidas.
Tardó demasiado, el cielo en vestirse de cielo. y la primavera de autentica primavera. tardaron mucho los niños en regresar a sus juegos interrumpidos. Y guardaron, guardaron para mirar desde la ventana de su recién estrenada memoria, aquella pequeña ventana, desde donde contemplara la gran llanura Alcarreña, ruidos y silencios, turbando las noches con llamaradas que divertían...! que sabían los niños!
-! A amasar! Era la voz de el hornero en la noche,. Era la voz de "El tío domingo... Y la madre, colocaba la cesta de mimbre en su cabeza, y atravesaba el pueblo, y el viento frío, una mano en la cesta otra en la de un niño, que ha veces lloraba de frío. Y nacía el pan, que no alcanzaba para todos... Y la mesa en en la cuan se rezaba, y se pronunciaba "El pan nuestro..." repetidamente todos los días. y todos los días la madre sonriente, ponía a su lado el trozo de pan mas pequeño, y... esperaba, para luego rebañar la cazuela, sin perder su sonrisa.
LIBERTAD.