que osparesco peque,? jajaja besos eli
Pues a mi valiente, subida a la grupa de ese bonito caballo
Ahora que he dicho lo de la grupa del caballo, me ha venido a la memoria algo que me pasó cuando era una niña como tú. Haber voy a probar a narrarlo:
Hace mucho tiempo, vivia en un tranquilo pueblo, (de cuyo nombre en este caso, si quiero acordarme), llamado Puertollano, una niña alegre, tranquila, cariñosa, feliz, cuya única envidia era tener el cabello, rubio como el trigo, lo mismo que su gran amiga, por ello su madre le aclaraba siempre el pelo con camomila, y hubo un tiempo que la ñina se veia más feliz, con esas trenzas largas hasta la cintura y ese pelo dorado y brillante como el sol, aunque eso alguna vez le llevó a ganarse un campanillazo de su maestra.
Un buen día, se dejó convencer por una amiga que tenía, cuyos padres eran lecheros, cambió las clases por ayudarle en el reparto, con la condición de regresar a casa a la misma hora que todos los dias para que en casa no se enteraran. Quedaron en juntarse unas calles más arriba, pues las dos vivian en la misma calle, y con la compañia de una burra que cargaba las cántaras llenas emprendieron su misión, por la zona del poblado.
Las últimas casas que sirvieron estaban por detras de las piscinas y la amiga, anima a la niña de trenzas largas, a subir a lomos de la burra, cuando doblan la esquina, la calle de bajada era la más empinada que por allí existía, el suelo no era asfalto, sino piedra, y ese pobre animal, con los cascos de hierro comienza a resbalar, la niña empieza a divisar el mundo en otra dimensión, pues cada vez que el animal agacha su cabeza y endereza sus orejas, ella ve todo muy despejado y piensa... ¿deberia decir pio pio antes de salir por los aires?, entre resbalones y velocidad que va tomando, la situacion se comienza a agravar por momentos, no hay forma de detenerlo, al menos a ellas les resulta imposible, suerte que pasa por allí una persona que consigue frenar la marcha.
Tras el susto pasado y los agradecimientos a una buena acción, regresa a casa a la hora de costumbre, con el susto aún en el cuerpo, pero aún le esperaba otra sorpresa.
Pasando a su hogar la madre pregunta como de costumbre.. ¿que tal se dió tu mañana de clase? y ella, intentando disimular dice... bueno... bien... pero muchos deberes, a lo que la madre responde... menos mal que el aire y el sol del poblado te habran ayudado a hacerlos
Menuda sorpresa se llevó, el aviso del colegio con la notificación de los novillos llegó antes que ella, y entre el susto pasado y el fin de semana sin salir de castigo, bastó para que nunca jamás volviera a faltar a clase
Hace mucho tiempo, vivia en un tranquilo pueblo, (de cuyo nombre en este caso, si quiero acordarme), llamado Puertollano, una niña alegre, tranquila, cariñosa, feliz, cuya única envidia era tener el cabello, rubio como el trigo, lo mismo que su gran amiga, por ello su madre le aclaraba siempre el pelo con camomila, y hubo un tiempo que la ñina se veia más feliz, con esas trenzas largas hasta la cintura y ese pelo dorado y brillante como el sol, aunque eso alguna vez le llevó a ganarse un campanillazo de su maestra.
Un buen día, se dejó convencer por una amiga que tenía, cuyos padres eran lecheros, cambió las clases por ayudarle en el reparto, con la condición de regresar a casa a la misma hora que todos los dias para que en casa no se enteraran. Quedaron en juntarse unas calles más arriba, pues las dos vivian en la misma calle, y con la compañia de una burra que cargaba las cántaras llenas emprendieron su misión, por la zona del poblado.
Las últimas casas que sirvieron estaban por detras de las piscinas y la amiga, anima a la niña de trenzas largas, a subir a lomos de la burra, cuando doblan la esquina, la calle de bajada era la más empinada que por allí existía, el suelo no era asfalto, sino piedra, y ese pobre animal, con los cascos de hierro comienza a resbalar, la niña empieza a divisar el mundo en otra dimensión, pues cada vez que el animal agacha su cabeza y endereza sus orejas, ella ve todo muy despejado y piensa... ¿deberia decir pio pio antes de salir por los aires?, entre resbalones y velocidad que va tomando, la situacion se comienza a agravar por momentos, no hay forma de detenerlo, al menos a ellas les resulta imposible, suerte que pasa por allí una persona que consigue frenar la marcha.
Tras el susto pasado y los agradecimientos a una buena acción, regresa a casa a la hora de costumbre, con el susto aún en el cuerpo, pero aún le esperaba otra sorpresa.
Pasando a su hogar la madre pregunta como de costumbre.. ¿que tal se dió tu mañana de clase? y ella, intentando disimular dice... bueno... bien... pero muchos deberes, a lo que la madre responde... menos mal que el aire y el sol del poblado te habran ayudado a hacerlos
Menuda sorpresa se llevó, el aviso del colegio con la notificación de los novillos llegó antes que ella, y entre el susto pasado y el fin de semana sin salir de castigo, bastó para que nunca jamás volviera a faltar a clase