Esto será una exageración, desde luego, pero, ojo, me parece que la noticia destila un cierto tufillo "aristocrático", ya que parece que da por hecho que el prototipo del pastor-esquilador de un
pueblo manchego ha de ser el individuo analfabeto de boina enroscada, dentadura escasa y zurrón con
pan, queso, vino, navaja
albaceteña y flauta para acompañar la soledad del
campo, junto con el inevitable perro que, sin necesidad de más conocimientos de otra cosa, maneja a la perfecciónn a base de silbidos.
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