El
arte rupestre esquemático proliferó por estas sierras a igual que en el resto de la Península Ibérica, constituyendo un momento de proyección cultural, durante el calcolítico bronce. El Collado del Toledano conforma un paso natural, que comunicaba las tierras del sur con el
valle del interior (valle de Alcudia) y
campos de Calatrava. La ocupación de los puntos altos, era habitual y el eregir los lugares de culto, formaba parte del sentimiento religioso y social de estas gentes. Los dibujos o trazos que se representan son el principal testigo, en la confirmación del arte parietal, que es posible resurgiese como una manera de evolución en las manifestaciones, que pasaron de ser, naturalistas a una fase de esquematización en los trazos, puede, con la intención de aumentar el sentido de la expresión y hacer llegar este sentimiento al resto, lo que permitía un punto de vista mas amplio en la interpretación de los motivos.