Ubicada en el
valle, al sur del
cementerio, en un pequeño raso, en una zona denominada la cañada, al norte del arroyo "el Charcón" y que aún prevalecen restos de sus
ruinas. Fué, el señor Dulce, vecino de Solanilla, quién inicio el proyecto.
Es de suponer, que esta tejera, a igual que otras existentes en la zona, naciera en base a la demanda. La empresa Peñarroya (exploatación minera) y el auge que estaba tomando la localidad, motivaron ese desarrollo, que constituyó un periodo de crecimiento, durante unas décadas.
En ella se cocería el ladrillo, teja y baldosa, maspostería necesaria a toda urbanización.
La trabajaron, el dueño y el señor Esteban, padre de Angel, persona este último a la que yo agradezco, por aportarme toda esta
información y más, con la que describí en mayor amplitud un artículo, en el periódico del festejo.
Con este corto análisis, quiero rendir
homenaje, a todas esas personas que dedicaron tiempo y esfuerzo, para favorecer el desarrollo social e industrial de esta pedanía. Vaya para su memoria, este testimonio, con respeto y agradecimiento de todos los que sentimos como nuestra, a esta aldea.