El día treinta, estuve en Solanilla, hacía sol a media mañana y se disfrutaba de lo lindo del paisaje. Eso nos relaja a una gran mayoría de las tensiones que acumulamos a diario. A veces me pregunto, si no sería bueno aislarse un poco del mundo y sus prisas y sentirnos libres e independientes, aunque solo sea esos momentos de pleno contacto con el medio natural.