Quiero recordar desde aquí, algunas anécdotas de los momentos buenos en nuestras correrías por el campo, por ejemplo: el regreso y el salto escandaloso de uno de nosotros por la posible culebra en el Chorrillo; la bajada del peñón de uno y el miedo, sin señalar quién, en la gruta del gran abrigo del puente natural; la desaparición de otro por el lugar viendo pinturas por todos lados; el día de la sequia por falta de agua para beber y como el que trabaja en la gasolina nos gritaba mientras Fae y yo la tirabamos al suelo en el arroyo que encontramos, la pasada a la cueva de los muñecos por el hueco y el atranque de Fae, al no poder salir, con el consecuente miedo nuestro por creer que nos dejaría encerrados. Estas y otras muchas más, son el ingrediente, que nos dejó muy buen sabor, eso que nunca se olvida y que sirve para saber que unos amigos, son todo eso y mucho más. Esos momentos permanecen con nosotros de por siempre y nos acompañan con gran ilusión y cariño, durante el resto de nuestra vida.