Las relaciones Tamaral-Mestanza en todo lo que tenga que ver con el dinero son muy complicadas. El Tamaral tiene censados ¿50 habitantes? ¿60? y Mestanza ¿800? Eso implica que como mínimo una catorceava parte de los ingresos (por hacer unos números, que ya sé que no son correctos porque no cuentan con la población de El Hoyo) deberían invertirse en el Tamaral. Cuando digo “como mínimo” me refiero a la lógica aritmética, y no incluyo otros factores como la “solidaridad intervecinal”, el “déficit histórico de infraestructuras” y el mayor coste de cualquier servicio prestado en el Tamaral respecto al mismo coste de dicho servicio prestado en Mestanza.
Desde luego la capacidad para controlar que este “mínimo de justicia matemática” se cumple requiere un cierto esfuerzo, algunos conocimientos y bastante dedicación. En pocas palabras: se han de mirar papeles y números. Por lo demás, exigir que se cumpla –en caso de que no sea así- es bastante sencillo. Otra cosa es lograr una inversión superior a esas cifras aplicando esos criterios de solidaridad e igualdad… Para eso se necesita una persona con un cierto carácter y esperar que se den unas circunstancias políticas digamos… “favorables”. Sin dar muchas vueltas: que el concejal del Tamaral sea necesario para la gobernabilidad del municipio. Es decir, que el voto de ese concejal incline la balanza hacia un alcalde u otro. Si se dan esas circunstancias podríamos pasar de mendigar caridad a exigir un trato justo para el Tamaral. De lo contrario… ya veis lo que tenemos.
Y dado que tenemos que mendigar caridad y esperar a que se les mueva la conciencia a los integrantes de la Corporación Municipal, yo pediría que los Plenos se celebrasen rotativamente: uno en Mestanza, uno en El Hoyo y otro en El Tamaral. Así los representantes políticos se darían cuenta de los problemas de cada vecindario, conocerían a sus habitantes y sus inquietudes y se darían cuenta que ser concejal de Mestanza es ser representante de los mestanceños que viven en Mestanza, de los mestanceños que viven en el Tamaral y de los mestanceños que viven en El Hoyo. Y que como buenos “padres de familia” han de repartir los recursos de que dispongan de acuerdo a las necesidades de cada uno de sus “hijos” tratando de hacerlos lo más iguales posibles en cuanto a bienestar, calidad de vida e igualdad de oportunidades.
Desde luego la capacidad para controlar que este “mínimo de justicia matemática” se cumple requiere un cierto esfuerzo, algunos conocimientos y bastante dedicación. En pocas palabras: se han de mirar papeles y números. Por lo demás, exigir que se cumpla –en caso de que no sea así- es bastante sencillo. Otra cosa es lograr una inversión superior a esas cifras aplicando esos criterios de solidaridad e igualdad… Para eso se necesita una persona con un cierto carácter y esperar que se den unas circunstancias políticas digamos… “favorables”. Sin dar muchas vueltas: que el concejal del Tamaral sea necesario para la gobernabilidad del municipio. Es decir, que el voto de ese concejal incline la balanza hacia un alcalde u otro. Si se dan esas circunstancias podríamos pasar de mendigar caridad a exigir un trato justo para el Tamaral. De lo contrario… ya veis lo que tenemos.
Y dado que tenemos que mendigar caridad y esperar a que se les mueva la conciencia a los integrantes de la Corporación Municipal, yo pediría que los Plenos se celebrasen rotativamente: uno en Mestanza, uno en El Hoyo y otro en El Tamaral. Así los representantes políticos se darían cuenta de los problemas de cada vecindario, conocerían a sus habitantes y sus inquietudes y se darían cuenta que ser concejal de Mestanza es ser representante de los mestanceños que viven en Mestanza, de los mestanceños que viven en el Tamaral y de los mestanceños que viven en El Hoyo. Y que como buenos “padres de familia” han de repartir los recursos de que dispongan de acuerdo a las necesidades de cada uno de sus “hijos” tratando de hacerlos lo más iguales posibles en cuanto a bienestar, calidad de vida e igualdad de oportunidades.