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SOLANILLA DEL TAMARAL: José luis este artículo, los escribí hace tiempo, trataba...

José luis este artículo, los escribí hace tiempo, trataba de comprender a estas personas, que presentan una posición con matices diferentes. Protegen el yo que idealizan y sacrifican la empatía hacia los demás en base a esa imagen.

Mientras estudiaba a este tipo de personalidad, comprendí lo difícil que les resulta a estas personas su propia identificación. Pude analizar su proceso y el efecto que produce en ellos, con las consecuentes formas, en las pautas del comportamiento.
Mi reacción siempre resultó extrema, no llegaba a entender estos mecanismos y una confusión mental, me llevó a distorsionar las ideas, que se iban acumulando en mi subconsciente azotándome sin compasión. A veces pensé ser enfermo de tal consecuencia, hube de estudiar e intuir, para poder extraer tan solo la parte positiva de toda acción, que en un momento dado, pueden desarrollar estas personas, con respecto al estado de ánimo y por consiguiente las anomalías, que les desvían de la realidad presente, por efecto de la negación propia, ante la imagen real y el yo idealizado.
El narcisismo declarado, en fase de desarrollo previo, denota una tendencia hacia la incomprensión, por defecto. El fenómeno desarrollado en potencia, degenera en contra de si mismo y a favor de la imagen que se establece.
La conducta del narcisista, salta ante la ansiedad y una falta de afectividad hacia si y el otro. Rompe la barrera del equilibrio psicológico y a continuación se producen una serie de valores negados, para salvaguardar el yo-idea, así poder huir y no ver la realidad, en la que todo ser humano se halla inmerso.
El amor por la propia imagen, releva la parte más consciente de él, generándose un conflicto, en el reconocimiento del yo-real. Fenómeno que paradójicamente hace olvide su situación, adquiriendo una contextura más compleja, que le limitará, frenando y des potenciando al ídolo prefabricado.
La imagen marcará el ciclo vital, produciendo un efecto de rechazo, a toda idea racional, generando así su propio sistema de defensa, que hará del sujeto, se produzca en él, por efecto “boomerang”, una confirmación a si mismo de su ego, como escenario principal, relegando al espectador a segundo orden. Yo soy yo, el centro de atención y expansión. El espejo refleja mi verdad debo proteger mi medio, para así, asegurar mi identidad.
A partir de ahora sus niveles de relación disminuyen y toda su energía fluye, en busca del centro de su yo-imagen, la cual protege, en detrimento de su integridad esencial, del entorno y sus progenitores.
Su sufrimiento no exteriorizado, solo es captado por el individuo capaz de analizar y comprender este comportamiento, bajo la óptica de amor y entendimiento a tan fatal consecuencia.
Esta medida analítica y a su vez objetiva, ayuda a establecer módulos, mas que juicios de valores y trata de racionalizar, la relación social, de dicho personaje hacia si mismo y su entorno.
Si somos capaces, de no desvirtuar y juzgar a la ligera este mecanismo de imagen, que se produce, entre el ser reflejado como base del yo, asimilando los códigos o lenguaje en relación a su realidad, no solo estaremos mas cerca de su dolor, también seremos sabedores de su derroche de fuerza, ante una consecuencia que nació accidentalmente, por defecto en su evolución de las pautas del comportamiento y que posteriormente degeneró a un estado patológico y psicológico, del ser y su imagen. La estatua de una ficción, que se reflejó en el estanque de su jardín, hecho a llorar y quiso morir, por amarse demasiado.

20/06/96.
Juan de Mata Sánchez Aragón.

Las personas con carácter Narcisista, son aquellas que sustituyen al yo real por el yo idealizado. Convierten la imagen en su centro de atención y la muestran a los demás, como parte necesaria para protegerse y controlar el medio. No recatan en recursos y tretas para vanagloriarla, bloqueando la empatía en su relación con el prójimo, pudiendo llegar incluso a negar sus sentimientos hacia si mismo.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Nunca me han gustado esta clase de personas. Aquellas que no piensan nada más que en ellos mismos y que su egoismo exacerbado les lleva a no pensar en los demás. Egoistas somos todos alguna vez en la vida, pero no llegamos a los límites de los narcisistas que creen que llos son lo único bueno que hay en este mundo. Allá ellos con su filosofía, pero me consta que son marginados por los que nos sentimos dentro de una sociedad en las que todos los individuos tenemos algo que decir. Yo por lo menos no les aguanto. Un abrazo. ... (ver texto completo)