Con este artículo quiero profundizar en una idea, que en principio se ve cargada de cierto abstractismo, sobre todo si el enfoque que hagamos, se somete a un grado severo de racionalidad. Para hallar respuesta válida, tendremos que saltar barreras y adentranos en un mundo difícil de comprender.
Hoy, al despertarme he percibido una rara sensación. Mi cabeza a resultado embotada por un sueño poco reparador y conciliador, que la hace reaccionar a igual que un volcán en plena erupción, mientras mi mente, mezcla las imágenes que se van sucediendo, unas tras las otras de manera desordenada.
He tratado de aclarar las ideas y buscar la correlación lógica, a todo un sin fin de pensamientos. Este somero análisis que en principio se presentó complejo, me ofrece ahora, una visión más aceptable y significativa.
Mi cerebro repasa y “barrena” las múltiples posibilidades e intenta dar objetividad a las distintas utopías, bajo un criterio acomodado a nuestra realidad presente, tal y como nosotros la entendemos.
La vida como un sueño, o el sueño de la vida, a explosionado a mi mente, activando ciertos resortes que generan a su vez los deseos de barajar las diferentes hipótesis, tratando de hallar vías de solución, a un modelo que se escapa a la racionalidad común y rompe las estructuras del entendimiento colectivo.
Imaginemos el desarrollo de una inteligencia, como manifestación de la fuerza elemental o simplemente energía, generando módulos individuales, capaces de reconocerse y identificarse con los elementos sensoriales proyectados hacia un sueño colectivo. Esta mente relativa, a la que se podría definirse con el nombre de “Fuerza de proyección”. Ella generaría un mundo metafísico, tangible a los individuos y direccional en su objetividad, con un proceso de secuencias determinantes, en base a los núcleos de desarrollo físico.
La relatividad de esa fuerza, como propulsora de vida proyectada, potenciaría el desarrollo de micro energías, que serían las válvulas de escape de límites no concebibles. A este fenómeno de expansión de las fuerzas generadoras, se le podría definir, como el “sueño de Dios o sueño de la vida”.
El ser realizado, en su relativa circunstancia, cabe la posibilidad, esté igualmente activando módulos paralelos a su proceso, influenciado por la homogeneidad de la cadena. Esta múltiple secuencia, serían el fruto de un orden hipotético a nosotros mismos y la relación con el “Yo Superior”.
04/08/97.
Hoy, al despertarme he percibido una rara sensación. Mi cabeza a resultado embotada por un sueño poco reparador y conciliador, que la hace reaccionar a igual que un volcán en plena erupción, mientras mi mente, mezcla las imágenes que se van sucediendo, unas tras las otras de manera desordenada.
He tratado de aclarar las ideas y buscar la correlación lógica, a todo un sin fin de pensamientos. Este somero análisis que en principio se presentó complejo, me ofrece ahora, una visión más aceptable y significativa.
Mi cerebro repasa y “barrena” las múltiples posibilidades e intenta dar objetividad a las distintas utopías, bajo un criterio acomodado a nuestra realidad presente, tal y como nosotros la entendemos.
La vida como un sueño, o el sueño de la vida, a explosionado a mi mente, activando ciertos resortes que generan a su vez los deseos de barajar las diferentes hipótesis, tratando de hallar vías de solución, a un modelo que se escapa a la racionalidad común y rompe las estructuras del entendimiento colectivo.
Imaginemos el desarrollo de una inteligencia, como manifestación de la fuerza elemental o simplemente energía, generando módulos individuales, capaces de reconocerse y identificarse con los elementos sensoriales proyectados hacia un sueño colectivo. Esta mente relativa, a la que se podría definirse con el nombre de “Fuerza de proyección”. Ella generaría un mundo metafísico, tangible a los individuos y direccional en su objetividad, con un proceso de secuencias determinantes, en base a los núcleos de desarrollo físico.
La relatividad de esa fuerza, como propulsora de vida proyectada, potenciaría el desarrollo de micro energías, que serían las válvulas de escape de límites no concebibles. A este fenómeno de expansión de las fuerzas generadoras, se le podría definir, como el “sueño de Dios o sueño de la vida”.
El ser realizado, en su relativa circunstancia, cabe la posibilidad, esté igualmente activando módulos paralelos a su proceso, influenciado por la homogeneidad de la cadena. Esta múltiple secuencia, serían el fruto de un orden hipotético a nosotros mismos y la relación con el “Yo Superior”.
04/08/97.