Con este artículo, trato de hallar respuesta a la mente del ser y su complejidad y al mismo tiempo entender su responsabilidad para consigo mismo y hacia los demás. Este laberinto, que es nuestro cerebro, engloba un sinfín de diferentes comportamientos que nos permiten ser juiciosos segun el grado de responsabilidad y madurez que adquirimos, a lo largo de nuestra vida.
Jamás pensé, que entender los mecanismos psicológicos del ser humano, resultase tan complejo. Su vasto campo, salta las barreras de la lógica común y nos plantea indescifrables argumentos, fuera de la racionalidad del colectivo.
El inconsciente, parte fundamental del ser, engloba el posicionamiento base, pilar fundamental en el hombre. Su juicio no racionalizado nos somete a las diferentes adversidades, modificando los estados emocionales y la conducta.
Tras haber estudiado los diversos parámetros que mueven este sistema dentro del mundo de la mente, comprendo lo difícil que es, enjuiciar un hecho individual o colectivo, sin antes proyectar su imagen, dentro de un marco de estudio crítico y serio, que nos conduciría a su comprensión más simple.
Nos resultaría poco formal y alentador, determinar con un sentimiento de culpabilidad y de forma aislada, señalando “bajo el punto de mira”, el defecto que se produce ante cualquier aptitud negativa, en la imagen del ser manifestado. Ahora menos que nunca, si reconocemos los factores internos y externos que mueven dichas estructuras, ellos son, no nos cabe la menor duda, los responsables de los estados negativos que se forman y manifiestan. Nosotros tan solo somos víctimas y nuestra única culpabilidad estriba en dejarnos arrastrar, por carecer de una educación en primer término, que evite dar curso de manera acelerada, a este complicado proceso, en el que el hombre solo juega el papel de “reo”.
Cuando llegamos a comprender los mecanismos y sabemos diferenciarlos, disponemos de resortes fundamentales, que nos palian dichas consecuencias y evolucionamos hacia una aptitud más próxima y acertada con nuestra condición natural.
El inconsciente, es la parte más oculta dentro de los esquemas mentales del ser humano, engloba una masa relativa, bajo el campo de la aplicación muy superior al resto de lo que podríamos definir como “mente consciente” y marca las pautas de comportamiento, que de no ser enjuiciados en su salida al exterior, serán un freno en la evolución y desarrollo posterior.
Su mundo no sabe del exterior, tampoco reconoce su contenido interno, con una racionalidad de causa efecto, tan solo almacena información sin desarrollarla ni codificarla, la mantiene latente. Así la actualiza, dando rienda suelta hacia el mundo externo sin haber sido madurada.
El proceso simple y torpe que creemos ver, si es concebido en comparación con la parte consciente, es engañoso y en ciertos momentos una explicación simplista, dificultaría su verdadero sentido práctico y necesario. Me atrevo a compararlo con un termorregulador, como medida preventiva a un posible “colapso” en el sistema mental, es la seguridad consciente de la parte inteligente del ser. Él hace posible subsistamos y evolucionemos, permite y a su vez evita, se produzcan corto circuitos por saturación del sistema, es la antesala, principio de nuestra inteligencia. Sin él, el hombre no hubiera evolucionado y frenado el deterioro a que está sometido, por un medio externo en ocasiones hostil y un desarrollo interno del sujeto en primera persona, frágil y demasiado sutil.
07/07/96
Jamás pensé, que entender los mecanismos psicológicos del ser humano, resultase tan complejo. Su vasto campo, salta las barreras de la lógica común y nos plantea indescifrables argumentos, fuera de la racionalidad del colectivo.
El inconsciente, parte fundamental del ser, engloba el posicionamiento base, pilar fundamental en el hombre. Su juicio no racionalizado nos somete a las diferentes adversidades, modificando los estados emocionales y la conducta.
Tras haber estudiado los diversos parámetros que mueven este sistema dentro del mundo de la mente, comprendo lo difícil que es, enjuiciar un hecho individual o colectivo, sin antes proyectar su imagen, dentro de un marco de estudio crítico y serio, que nos conduciría a su comprensión más simple.
Nos resultaría poco formal y alentador, determinar con un sentimiento de culpabilidad y de forma aislada, señalando “bajo el punto de mira”, el defecto que se produce ante cualquier aptitud negativa, en la imagen del ser manifestado. Ahora menos que nunca, si reconocemos los factores internos y externos que mueven dichas estructuras, ellos son, no nos cabe la menor duda, los responsables de los estados negativos que se forman y manifiestan. Nosotros tan solo somos víctimas y nuestra única culpabilidad estriba en dejarnos arrastrar, por carecer de una educación en primer término, que evite dar curso de manera acelerada, a este complicado proceso, en el que el hombre solo juega el papel de “reo”.
Cuando llegamos a comprender los mecanismos y sabemos diferenciarlos, disponemos de resortes fundamentales, que nos palian dichas consecuencias y evolucionamos hacia una aptitud más próxima y acertada con nuestra condición natural.
El inconsciente, es la parte más oculta dentro de los esquemas mentales del ser humano, engloba una masa relativa, bajo el campo de la aplicación muy superior al resto de lo que podríamos definir como “mente consciente” y marca las pautas de comportamiento, que de no ser enjuiciados en su salida al exterior, serán un freno en la evolución y desarrollo posterior.
Su mundo no sabe del exterior, tampoco reconoce su contenido interno, con una racionalidad de causa efecto, tan solo almacena información sin desarrollarla ni codificarla, la mantiene latente. Así la actualiza, dando rienda suelta hacia el mundo externo sin haber sido madurada.
El proceso simple y torpe que creemos ver, si es concebido en comparación con la parte consciente, es engañoso y en ciertos momentos una explicación simplista, dificultaría su verdadero sentido práctico y necesario. Me atrevo a compararlo con un termorregulador, como medida preventiva a un posible “colapso” en el sistema mental, es la seguridad consciente de la parte inteligente del ser. Él hace posible subsistamos y evolucionemos, permite y a su vez evita, se produzcan corto circuitos por saturación del sistema, es la antesala, principio de nuestra inteligencia. Sin él, el hombre no hubiera evolucionado y frenado el deterioro a que está sometido, por un medio externo en ocasiones hostil y un desarrollo interno del sujeto en primera persona, frágil y demasiado sutil.
07/07/96