Se trata tan solo de hablar un poco sobre esa compleja etapa que es decisiva para todos nosotros y que en la mayoria de las ocasiones resulta dura y compleja a padres e hijos.
Todos los humanos y resto de seres vivos, en mayor o menor medida, pasamos por una etapa similar. Este proceso fisiológico es común, con ciertos parámetros y pautas personales a las circunstancias propias de cada individuo como ser independiente.
Los seres de ambos sexos, este periodo, aunque no demasiado largo en el tiempo si es determinante. Su desarrollo y evolución, forjaran las bases, que son los soportes de todos nosotros y nuestra completa integridad personal. Esta etapa resulta difícil, para el entorno social en que nos desarrollamos y a nosotros mismos. Los cambios continuos que se producen chocan con los condicionantes lógicos al momento, coexstiendo una distorsión, entre nuestra individualidad manifiesta y el freno de la sociedad ya asentada. Esto hace se evoque y cuestione hechos, como la permisividad, ante la individualización del sujeto en cuestión. Al mismo tiempo la familia sufrirá de desosiego, al no estar a su alcance, la rápida acomodación, como pauta lógica a seguir en su comportamiento.
Es verdad que la adolescencia, es el caos de la incomprensión e inadaptación para ambos. Cada uno quiere subsistir en un espacio y tiempo distinto y no encontramos lugar a la correlación de este conjunto.
Para procurar entender esta secuencia, solo disponemos de dos armas básicas: El amor a la familia y el grado de madurez nuestro, para su aceptación y entendimiento. Jugando estas “barajas”, nos será mas fácil ganar la batalla, pero ante todo lo mas importante, recuperaremos la paz interior y el respeto de nuestros hijos, hacia nosotros.
El adolescente, antes se refugió en su mundo limitado, posteriormente exigió saber de su lugar y finalmente, cuando ya se sabía identificado, se asienta en su corazón, llave de la esperanza y autenticidad, donde todos los seres podemos hallar la respuestas a nosotros, como elementos integrantes que somos del conjunto, sin dejar por ello de respetar y defender la identidad propia, que representa desde siempre nuestra libertad.
08/02/95.
Todos los humanos y resto de seres vivos, en mayor o menor medida, pasamos por una etapa similar. Este proceso fisiológico es común, con ciertos parámetros y pautas personales a las circunstancias propias de cada individuo como ser independiente.
Los seres de ambos sexos, este periodo, aunque no demasiado largo en el tiempo si es determinante. Su desarrollo y evolución, forjaran las bases, que son los soportes de todos nosotros y nuestra completa integridad personal. Esta etapa resulta difícil, para el entorno social en que nos desarrollamos y a nosotros mismos. Los cambios continuos que se producen chocan con los condicionantes lógicos al momento, coexstiendo una distorsión, entre nuestra individualidad manifiesta y el freno de la sociedad ya asentada. Esto hace se evoque y cuestione hechos, como la permisividad, ante la individualización del sujeto en cuestión. Al mismo tiempo la familia sufrirá de desosiego, al no estar a su alcance, la rápida acomodación, como pauta lógica a seguir en su comportamiento.
Es verdad que la adolescencia, es el caos de la incomprensión e inadaptación para ambos. Cada uno quiere subsistir en un espacio y tiempo distinto y no encontramos lugar a la correlación de este conjunto.
Para procurar entender esta secuencia, solo disponemos de dos armas básicas: El amor a la familia y el grado de madurez nuestro, para su aceptación y entendimiento. Jugando estas “barajas”, nos será mas fácil ganar la batalla, pero ante todo lo mas importante, recuperaremos la paz interior y el respeto de nuestros hijos, hacia nosotros.
El adolescente, antes se refugió en su mundo limitado, posteriormente exigió saber de su lugar y finalmente, cuando ya se sabía identificado, se asienta en su corazón, llave de la esperanza y autenticidad, donde todos los seres podemos hallar la respuestas a nosotros, como elementos integrantes que somos del conjunto, sin dejar por ello de respetar y defender la identidad propia, que representa desde siempre nuestra libertad.
08/02/95.