Cuando necesito expandir la energía negativa que acumulo por los tiempos que vivimos, trato de relajarme y sentirme libre observando los paisajes de Solanilla del Tamaral y recordando los buenos momentos vividos y compartidos con familiares y amigos. Siempre he tenido fé, en el ser humano, como elemento potencial y todavía queda algo esperanza dentro de mi, auque hay momentos de temor e indecisión. Es por ello me refugio en mis artículos, familia y personas allegadas. Si miro las noticias, son deprimente de menos a más, si observo la calle cada día es más insegura y si miro al futuro, me resulta poco alagueño. Me pregunto en ocasiones, si el raro seré yo, si mi pesimismo está fuera de la realidad. Es posible, que me esté deprimiendo y no vea manera de adaptarme al medio, que el esté generando dentro de mi inseguridad, yo que siempre me creí fuerte y preparado. Aún así, se que la realidad de antes y ahora, ha estado siempre sujeta a estos tristes movimientos, pero si uno evoluciona en alma, corazón y los sentimientos son la llave y la necesidad de sentir el ser profundo, estas vivencias producen catartasis y uno necesita ser muy maduro para soliviantarlo, es por ello que el paisaje hace que se recarguen las pilas, para poder continuar a sabiendas de lo que sucede todos los días.
Estimado Juan: no se si verdaderamente te servirá de mucho consuelo, pero puedo asegurarte que no es una posición individual y atípica la tuya, ni, desde luego, tus visiones son tan singulares como te pudiera parecer. Unicamente padeces un proceso de deducción lógica, toda vez que como no puedes encontrar explicación a lo que está ocurriendo en esta realidad, pues buscas las razones en tí mismo, cuestionando tus planteamientos, y comenzando a pensar que lo que ves no es real, y que puede ser que el objetivo de tu cámara, por primera vez, no actúe correctamente. Ni mucho menos, no caigas en esa trampa, propia de quien usa la cabeza para algo más que para ponerse el sombrero, la realidad es la que es, aunque nos cueste y mucho creerlo. Mas tarde comenzarás a cuestionarte, si no lo has hecho ya, si nosotros como ciudadanos en particular no habremos tenido nuestra parte de culpa, y si, en realidad, no hemos podido hacer nada para evitar esto, o más bien no hemos hecho lo necesario y suficiente para evitarlo. Tampoco caigas en ese error, pues qué podemos hacer en realidad las hormiguitas contra la pisada enérgica y feroz del elefante? Pues nada, que vas a hacer. Protestar, si te dejan que es lo último que nos queda, y, si fuera posible, darles en las próximas convocatorias a las urnas el mismo tratamiento que nos dan en los cuatro años que dura una legistalatura. Pero es difícil, aún así, muy difícil, que nuestras acciones, si es que las hay, lleguen a notarse en las altas esferas de nuestra sociedad (incluyo en dichas altas esferas a los politicuchos de tres al cuerto que se han refugiado en la política como ratas ante una inundación, creyendo estar arropados por los poderes fácticos, indemnes e intocables mientras soporten los yugos que los propios suyos les imponen). Aun así, considero que el panorama es de hierro, y nuestras posibilidades pocas o ningunas.