Estas cinco personas que aparecen en la fotografía, una de ellas no llegué a tratarla, me refiero al abuelo de mi mujer Norberto. Al abuelo, solo estuve en su entierro, fué la primera vez que visité la aldea año 72, al resto de personas las he disfrutado profundamente. Mi cariño y respeto por ellas no ofrece dudas, son el espejo para identificarme, en mi caminar diario. Tía Engracia, todo corazón y disposición, mi suegra, una segunda madre que me caló profundo, tía Ramona, jamás podré olvidar los momentos compartidos y tío Miguel, muy especial, cariñoso, servicial y muy inteligente. Con estos potenciales de buena gente, me siento identificado plenamente y me gustaría sentirlos dentro de mí, todos los días de mi vida.