Cierto es todo cuanto relatas, lo comparto absolutamente. Como muy acertadas me parecen tus metáforas sobre la vida depredadora en la que nos encontramos inmersos y de la que, lamentablemente, mucho me temo que el papel de cordero lo ostentamos la mayoría de los mortales. Pero esto no es de hoy, siempre ha ocurrido lo mismo, desde que el hombre es hombre, desde tiempos ancestrales... Desde que el ser humano toma conciencia del poder de su oratoria y atrae con su graciosa verborrea a aquellos otros que, menos agraciados, se limitan a ser atraidos por ella y a adorarla cual luciérnagas atraidas por la luz de un candil. La democracia es una utopía, una bonita muchacha vestida con elegantes ropas que a ha seducido al mundo entero con su belleza. Pero, no nos engañemos, seguimos siendo una sociedad donde hay aún vasallaje, jerarquías y el que quiera soñar despierto que siga haciéndolo si no quiere verlo. Véase el ejemplo en todo el circo montado en torno al desfile de corruptelas destapadas que vemos a diario. ¿Alguien hay aún tan iluso que piensa que la justicia es igual para todos?. Si algo tengo muy claro desde mi cerebro de cordero, es que aún cuando tenga que calentarme con cartones o tenga tantas telarañas en el estómago que solo el aire sea lo único que me entre en las tripas, los coyotes no me van a quitar las ganas de vivir. Nada más faltaba que me diera la idea de abandonar este mundo, como hay pobres corderos que lo hacen. Me iré cuando tenga a bien mi destino liquidarme de entre los vivos, con la satisfacción de que he luchado. No me dará tiempo a madurar psicológicamente, probablemente pereceré en el intento, viviré una odisea mayor que la que Homero relató, pero los depredadores de verborrea atrayente no me deslumbrarán más.