Este socabón minero reclama mucho mi atención, son varias las ocasiones que me he introducido en su interior, para escuchar en su silencio, el paso de los mineros durante la extracción del plomo. He sentido esos instantes como propios recordando las penurias sufridas durante la faena. El esfuerzo que supuso, esta tarea ardua, que pasaría factura a su salud y mermaría en parte sus vidas. Tambien he recordado esos momentos de gran movimiento social, al finalizar la jornada, la euforia de las familias en sus celebraciones y el sentido propio de todos los que conformaban esa comunidad. Hoy todo está muerto, pero en el silencio del olvido suena un eco, que se repite... Pueblo Nuevo, pueblo minero, dejaste con tu esfuerzo, salud y vida, pero tu tiempo nos ha marcado huella y una sensación nueva, de que gracias a ti, tuvo su momento y su historia, para todos los que estamos unidos en cuerpo y alma con esta tierra.