Y yo sin verte, MADRE MíA.
Miro tu estampa que me diera Salvador Isardo y me pregunto como no fuí a verte.
Te rezo todos los días y cuando paso por la
carretera, frente al
santuario, me santiguo, rezo a veces y te pido siempre. Siempre te pido por que estoy en perpetua deuda contigo. Pero tu mirada serena y silenciosa es vigia de nuestro
pueblo; es paz y serenidad. Por eso me infundes y transmites la tranquilidad y la ilusión cada mañana.
Si Dios quiere volveré una de esas mañanas de fin
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