A CML:
Decirte que soy paisano y que siento si te he hecho pensar lo contrario.
Una de las cosas que mejor recuerdo eran los primeros amores. Los de la juventud primera 15- 17 años. Aquellos de la calle el roce, en los que no sabías como entablar conversación con la chavala que ocupaba tus pensamientos y te tenía absorbido el coco. Utilizabas todo tipo de inventivas. Desde decirle algo a una parienta tuya, que a la vez era amiga de tu amor, hasta hacerte coincidir a la salida de algún establecimiento y hacerte el encontradizo. Lo que ocurría en mi caso es que al final me daba vergüenza y no le decía nada.
Los amores de verano, aquellos que coincidían con las vacaciones de institutos y colegios eran los más fuertes, pero también los más efímeros. Por que a la postre, el inicio de los nuevos cursos, el irse los forasteros, recomponía un poco el tablero que había sido alterado por los calores del verano. En los hombres, la testosterona volvía a calmarse, momentáneamente, y quedaba ese rescoldo en la memoria, regustillo de viejos amores.
Yo me enamoré muchas veces. Ahora también me enamoro . No deja de ser en mí una especie de necesidad. Más que un enamoramiento hasta la médula, es una atracción hacia la belleza, hacia unos ojos bonitos, hacia unos pies adecuadamente calzados, hacia una elegancia en los movimientos ( de manos, piernas al andar, caderas). Y por supuesto una atracción hacia una mujer que sea bien femenina y que además tenga una conversación agradable. Es el fruto de haber vivido con intensidad 46 años.
De las chavalas que pasaban por la calle del roce, había una a la que apenas le prestaba atención. Pero fíjate que un día un angelote llamado Cupido, me arreó un señor flechazo, Dios sabe dónde, que me dejó aturdido y anonadado. Momento aquel en que sintiéndose observada esta chica, y viendo mi perplejidad, echó mano de esas dotes que acaban rindiendo a cualquiera; y más a mí, vulgar chico necesitado de amor. Resultado de todo esto fue que Cupido y la chavala en cuestión se salieron con la suya. Y yo feliz cuento esto para hacer feliz al que lo lea.
Es mi deseo. PDCS.
Decirte que soy paisano y que siento si te he hecho pensar lo contrario.
Una de las cosas que mejor recuerdo eran los primeros amores. Los de la juventud primera 15- 17 años. Aquellos de la calle el roce, en los que no sabías como entablar conversación con la chavala que ocupaba tus pensamientos y te tenía absorbido el coco. Utilizabas todo tipo de inventivas. Desde decirle algo a una parienta tuya, que a la vez era amiga de tu amor, hasta hacerte coincidir a la salida de algún establecimiento y hacerte el encontradizo. Lo que ocurría en mi caso es que al final me daba vergüenza y no le decía nada.
Los amores de verano, aquellos que coincidían con las vacaciones de institutos y colegios eran los más fuertes, pero también los más efímeros. Por que a la postre, el inicio de los nuevos cursos, el irse los forasteros, recomponía un poco el tablero que había sido alterado por los calores del verano. En los hombres, la testosterona volvía a calmarse, momentáneamente, y quedaba ese rescoldo en la memoria, regustillo de viejos amores.
Yo me enamoré muchas veces. Ahora también me enamoro . No deja de ser en mí una especie de necesidad. Más que un enamoramiento hasta la médula, es una atracción hacia la belleza, hacia unos ojos bonitos, hacia unos pies adecuadamente calzados, hacia una elegancia en los movimientos ( de manos, piernas al andar, caderas). Y por supuesto una atracción hacia una mujer que sea bien femenina y que además tenga una conversación agradable. Es el fruto de haber vivido con intensidad 46 años.
De las chavalas que pasaban por la calle del roce, había una a la que apenas le prestaba atención. Pero fíjate que un día un angelote llamado Cupido, me arreó un señor flechazo, Dios sabe dónde, que me dejó aturdido y anonadado. Momento aquel en que sintiéndose observada esta chica, y viendo mi perplejidad, echó mano de esas dotes que acaban rindiendo a cualquiera; y más a mí, vulgar chico necesitado de amor. Resultado de todo esto fue que Cupido y la chavala en cuestión se salieron con la suya. Y yo feliz cuento esto para hacer feliz al que lo lea.
Es mi deseo. PDCS.