Suárez visto por una Torreveña.
Un 15 de junio de hace treinta años se celebraron por primera vez en España, desde 1936, elecciones generales libres. Para los españoles fue un hito histórico de gran relevancia; con su voto decidieron la ruptura del régimen franquista y el deseo de transformación a un sistema democrático plural.
A esas elecciones concurrieron más de un centenar de partidos de todas las ideologías, en coalición o independientes, aunque no todos ellos obtuvieron representación parlamentaria. El partido vencedor, con una mayoría relativa fue el liderado por Adolfo Suárez UCD (Unión de Centro Democrático), una coalición que aglutinó a numerosas familias de diversa ideología.
Así pues, con motivo de esta efemérides quisiera expresar mi más entrañable recuerdo y profunda gratitud a Adolfo Suárez, el hombre que con su espíritu integrador, su capacidad de diálogo, de respeto, su prudencia, su intuición en las circunstancias difíciles, ardiente defensor del consenso como cimiento de la sociedad, tuvo la valentía de liderar el proceso histórico que reunificó el sentir de todos los españoles, permitiéndonos trabajar juntos en la consecución de la libertad y la concordia y reflejando sus mismas palabras con motivo de haberle sido concedido el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia (1996), manifestó la gran dificultad que entraña la conquista de la concordia y dijo: “cuando se logra, alcanzamos los momentos estelares de la historia… su raíz estriba precisamente en el pluralismo, la libertad y la solidaridad. La lucha política, la controversia, el debate, el disentimiento, el conflicto, no constituyen una patología social. No son acontecimientos negativos. Al contrario, reflejan la utilidad de una sociedad”.
Pienso que los españoles no se lo hemos agradecido bastante. España entera está en deuda con este insigne político por ese gran legado de transición a la democracia, sobre la base de la reconciliación de todos los españoles y acabando con el mito de las dos Españas, siempre excluyentes y enfrentadas. La sociedad española no lo debería olvidar nunca, y debería tener siempre presente lo que en el anuncio de su dimisión pidió: “que en el futuro no se recurra a la inútil descalificación global, a la visceralidad o al ataque personal”.
Pero el camino hasta conseguir el cambio no fue nada fácil, estuvo lleno de dificultades y se vivieron momentos difíciles y tensos. Aún así fue posible, y en esa ardua tarea de apostar por el cambio participaron todos los españoles encabezados por el Rey que la propició, la impulsó y la amparó, teniendo un protagonismo esencial Adolfo Suárez, considerado como el padre indiscutible de la transición. Su incursión en la política, aún habiéndose forjado en el régimen franquista, ha supuesto una gran aportación a la convivencia libre entre todos los españoles en uno de los momentos de nuestra historia reciente más difíciles donde nada había hecho y todo estaba por hacer.
Artículo publicado en el diario Málaga hoy. Lunes 11-6-2007.
Un 15 de junio de hace treinta años se celebraron por primera vez en España, desde 1936, elecciones generales libres. Para los españoles fue un hito histórico de gran relevancia; con su voto decidieron la ruptura del régimen franquista y el deseo de transformación a un sistema democrático plural.
A esas elecciones concurrieron más de un centenar de partidos de todas las ideologías, en coalición o independientes, aunque no todos ellos obtuvieron representación parlamentaria. El partido vencedor, con una mayoría relativa fue el liderado por Adolfo Suárez UCD (Unión de Centro Democrático), una coalición que aglutinó a numerosas familias de diversa ideología.
Así pues, con motivo de esta efemérides quisiera expresar mi más entrañable recuerdo y profunda gratitud a Adolfo Suárez, el hombre que con su espíritu integrador, su capacidad de diálogo, de respeto, su prudencia, su intuición en las circunstancias difíciles, ardiente defensor del consenso como cimiento de la sociedad, tuvo la valentía de liderar el proceso histórico que reunificó el sentir de todos los españoles, permitiéndonos trabajar juntos en la consecución de la libertad y la concordia y reflejando sus mismas palabras con motivo de haberle sido concedido el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia (1996), manifestó la gran dificultad que entraña la conquista de la concordia y dijo: “cuando se logra, alcanzamos los momentos estelares de la historia… su raíz estriba precisamente en el pluralismo, la libertad y la solidaridad. La lucha política, la controversia, el debate, el disentimiento, el conflicto, no constituyen una patología social. No son acontecimientos negativos. Al contrario, reflejan la utilidad de una sociedad”.
Pienso que los españoles no se lo hemos agradecido bastante. España entera está en deuda con este insigne político por ese gran legado de transición a la democracia, sobre la base de la reconciliación de todos los españoles y acabando con el mito de las dos Españas, siempre excluyentes y enfrentadas. La sociedad española no lo debería olvidar nunca, y debería tener siempre presente lo que en el anuncio de su dimisión pidió: “que en el futuro no se recurra a la inútil descalificación global, a la visceralidad o al ataque personal”.
Pero el camino hasta conseguir el cambio no fue nada fácil, estuvo lleno de dificultades y se vivieron momentos difíciles y tensos. Aún así fue posible, y en esa ardua tarea de apostar por el cambio participaron todos los españoles encabezados por el Rey que la propició, la impulsó y la amparó, teniendo un protagonismo esencial Adolfo Suárez, considerado como el padre indiscutible de la transición. Su incursión en la política, aún habiéndose forjado en el régimen franquista, ha supuesto una gran aportación a la convivencia libre entre todos los españoles en uno de los momentos de nuestra historia reciente más difíciles donde nada había hecho y todo estaba por hacer.
Artículo publicado en el diario Málaga hoy. Lunes 11-6-2007.