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El pueblo es una maravilla, la plaza, el Cristo Rescatado, el palacio del Caballero del Verde gabán, puedes caminar por la calle de las tiendas (la calle del rey Juan Carlos y) o cualquier otra calle y admirar los blasones y portadas renacentistas y barrocas de este pueblo, pero los infanteños, no la cuidan, da pena ver algunos palacios, la iglesia está medio devorada por las palomas, las calles sucias, y lamentablemente, lo que han dicho aquí tienen razón, la envidia es uno de los defectos más grandes de la gente de este pueblo, no me extraña que Miguel de Cervantes, no quisiera acordarse del nombre.