No penséis ni por un sólo momento que en Rusia no existían, ni existen, mujeres escritoras, no. En Rusia hubo una llamada Irina Vladimirovna Odoevzeva que escribió cosas como "El Ángel de la Muerte" de la que os escribo el comienzo.
Hacía tanto calor por las noches que había que dejar las ventanas abiertas. Soplaba un cálido viento de julio que levantaba la seca arena del jardín, hacía rumorear las hojas de los árboles y golpear los postigos. A Liuka le parecía, medio en sueños, que era la lluvia ... (ver texto completo)
Hacía tanto calor por las noches que había que dejar las ventanas abiertas. Soplaba un cálido viento de julio que levantaba la seca arena del jardín, hacía rumorear las hojas de los árboles y golpear los postigos. A Liuka le parecía, medio en sueños, que era la lluvia ... (ver texto completo)
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La luna, redonda y pequeña, de color de rosa, nadaba entre las nubes como una pelota con la que juegan los niños. Y las alas negras seguían moviéndose en la ventana. En alguna parte, muy cerca, quizás detrás del jardín o bien al lado de su cama, o en su mismo corazón, se oía el solemne e inquieto ruido del mar.
¿Del mar? Cómo era posible, si aquí no había mar. Y no obstante, le parecía oír el ruido de las olas que se hacía más tenue, pero siempre más inquieto....
La luna, redonda y pequeña, de color de rosa, nadaba entre las nubes como una pelota con la que juegan los niños. Y las alas negras seguían moviéndose en la ventana. En alguna parte, muy cerca, quizás detrás del jardín o bien al lado de su cama, o en su mismo corazón, se oía el solemne e inquieto ruido del mar.
¿Del mar? Cómo era posible, si aquí no había mar. Y no obstante, le parecía oír el ruido de las olas que se hacía más tenue, pero siempre más inquieto....