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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Níscalos y más níscalos
Foto enviada por Qnk

Buenos días Milagros, seguimos con el frío, y ahora esperamos lluvias.
jejeje tenemos de toooooooooooooo menos playa.
Saludos y buén día. rs
¿Pero cómooooo? ¿En Cuenca no hay playaaaaaaaaaaaaaaaaa? ¡Vamos hombre, esto no lo podemos tolerar! Jajajajajaja Un besazo
Buenos días Qnk. ¿qué tal va el frío por nuestra tierra?. Las noticias dicen que lleváis unos días sufriendo temperaturas de menos o grados. ¡brrrrrrrrr qué frío chavala! ¡repelús me coge sólo de pensarlo!
Acaban de llegar mis pequeñines, así que ahora hago un descanso y luego vuelvo. Un beso
Buenos días Milagros, seguimos con el frío, y ahora esperamos lluvias.
jejeje tenemos de toooooooooooooo menos playa.
Saludos y buén día. rs
Buenos días Qnk. ¿qué tal va el frío por nuestra tierra?. Las noticias dicen que lleváis unos días sufriendo temperaturas de menos o grados. ¡brrrrrrrrr qué frío chavala! ¡repelús me coge sólo de pensarlo!
Acaban de llegar mis pequeñines, así que ahora hago un descanso y luego vuelvo. Un beso
-Me parece que no. Después de todo, la fruta es para comerla ¿verdad?

-Y además -añadió María- ¿no fue lo que dijiste al enterrar aquella bota vieja? ¿Te acuerdas? Nos prometiste que cenaríamos botas asadas.
Después de esto, todo el mundo se puso contento: los niños del pueblo seguían
consiguiendo zapatos gratis del árbol de la familia Martín, y a la gente de la ciudad no les importaba pagar 5 monedas por un par en la zapatería. Y todos los que querían podían comer la fruta. El único que no estaba contento era el señor Blanco; aún vendía algunos zapatos, pero ganaba menos dinero que antes.

El señor Martín le preguntó a su mujer:

- ¿Crees que estuve mal con el señor Blanco?
Al final del día, el vendedor se sentía muy contento. El señor Martin le había regalado los frutos y ahora tenía la cartera llena de dinero.

A la mañana siguiente, el señor Martín volvió al pueblo y leyó en los carteles de las zapaterías: "Zapatos Naturales Blanco - crecen como sus niños". Y debajo habían puesto unos carteles nuevos que decían: '7Grandes rebajas! ¡5 monedas el par!"
Yo pagué 500 monedas por un par para mi hijo -dijo una mujer. Alzó a su niño y les enseñó las frutas que llevaba puestas-. Mirad, por éstas pagué 500 monedas en la zapatería. ¡Y aquí las venden a 5!

- ¡Sólo cinco monedas! -gritaba el vendedor-. Hay que pelarlos y comer la pulpa, que es deliciosa. ¡Son muy buenos para hacer pasteles!

-Nunca más volveré a comprarlos en la zapatería -dijo otra mujer.
Al día siguiente, fue al pueblo en su viejo coche, con el maletero lleno de cajas de frutos de zapato. Se detuvo en la feria y habló con un vendedor. Entonces comenzó a descargar el coche. El vendedor escribió algo en un gran cartel y lo colgó en su puesto.

Pronto se juntó una muchedumbre.

- ¡Mirad!

-Frutos de zapato a 5 monedas el kilo.
María y Juan asaron los zapatos, rellenándolos con pasas de uva. Cuando sus padres volvieron de trabajar, se los sirvieron, con nata. Al señor y a la señora Martín les gustaron tanto como a los niños. Al terminar, el señor Martín dijo riendo:

- ¡Vaya! Tengo una idea magnífica y la pondré en práctica.
Juan y María ayudaron a Pepe a llevar los frutos a su abuela, y todos comieron un trozo de pastel. Era dulce y muy rico, tenía un sabor más fuerte que las manzanas y muy raro. A Juan y a María les gustó muchísimo. Al llegar a casa, recogieron algunas frutas que quedaban en el árbol de los zapatos.

-Las pondremos en el horno -dijo María-E1 año pasado aprendí a hacer manzanas asadas.
El niño, que saltó ante ellos, sonrió.

-Ya veréis... -dijo, recogiendo frutos de zapato hasta que tuvo los brazos llenos- Son del huerto. Los arrojé por encima del muro. Se los llevaré a mi abuelita, que me va a hacer otro pastel de zapato.
- ¿Un pastel?-preguntó María- No se me había ocurrido. ¿Y está bueno?

-Verás..., la cáscara es un poco dura. Pero si cocinas lo de dentro, con mucho azúcar, está muy rico. Mi abuelita hace unos pasteles estupendos con los zapatos. Ven a probarlos, si quieres.
-No sirves para los negocios, querido -dijo la señora Martín, cariñosamente- De todos modos, me alegro de que todos los niños del pueblo puedan tener zapatos gratis.

Un día, Juan y María paseaban por el campo, junto al huerto del señor Blanco. Este había construido un muro muy alto para que no entrara la gente. Sin embargo, de pronto asomó por encima del muro la cabeza de un niño. Era Pepe, un amigo de Juan y María. Con gran esfuerzo había escalado el muro.

-Hola, Pepe -dijo Juan-, ¿Qué hacías ... (ver texto completo)
En verdad, parecia que el señor Blanco se iba a hacer muy rico. Ese otoño contrató a tres mujeres para que le recolectaran los zapatos de los árboles y los clasificaran por números. Luego envolvían los zapatos en papel de seda y los guardaban en cajas para enviarlos a la ciudad, donde los venderían a buen precio.

Al mirar por la. ventana, el señor Martín vio al señor Blanco que pasaba en un coche elegantísimo.

-Nunca pensé en ganar dinero con mi árbol -le comentó a su mujer.
-Andaba el señor Blanco con mucho misterio plantando cosas en su huerto -dijo el señor Martín a su familia-. Por fin loentiendo. Plantó todos los zapatos que les dimos a sus hijos durante estos años y ahora tiene muchos árboles, el muy zorro.

-Dicen que se hará rico con ellos -exclamó la señora Martín con amargura.
Quítales los zapatos -dijo, al fin-. Tengo una idea y la pondré en práctica en cuanto pueda.

Al año siguiente, el árbol produjo frutos más grandes; pero como a los niños también les habían crecido los pies, todos encontraron zapatos de su número.

Así, año tras año, la fruta en forma de zapato crecía lo mismo que los pies de los niños.

Un buen día apareció un gran cartel en casa del señor Blanco, que ponía, con grandes letras marrones: CALZADOS BLANCO, S. A.