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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Mi taza y tetera
Foto enviada por Qnk

—Si vas a pasarte la noche quejándote porque no te dejo dormir sobre mi almohada, tendré que ceder a tus pretensiones. ¡Pero no te muevas de ese lado de la cama!
La princesa volvió a encender la vela.
—Voy a echarme a llorar —dijo la rana desde el sofá.
Con estas palabras, la princesa apagó la vela de un soplo.
—No me importa. Díselo a quien quieras. ¡No dormirás sobre mi almohada!
—Entonces se lo contaré a tu padre.
— ¡Te repito que no!
—Pero me prometiste…
— ¡No! —gritó la princesa.
—Pues déjame dormir en tu almohada.
— ¿De veras te parezco repugnante? —Bien pensado, no. Tú me hiciste un favor y debería estarte agradecida.
El rey insistió y la obligó a coger con los dedos a la viscosa rana. Pero al llegar a su habitación, la princesa la arrojó sobre el sofá, diciendo: — ¡Dormirás ahí! ¡Y no te muevas! La rana observó a la linda princesa con mirada triste, mientras ésta se disponía a acostarse.
Es repugnante. No me obligues a dormir con ella, padre, te lo ruego.
—murmuró bañada en lágrimas—.
— ¡Pero esto es horrible!