ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

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“Fue sin duda la más absoluta y perfecta encarnación de la Mujer que jamás haya existido. Y ahora está muerta y no sé qué extraño acorde de elegía vibra en mi corazón en recuerdo suyo.” (Franz Liszt)
Desde el día de su muerte, jamás han faltado camelias en su tumba.
Cinco meses más tarde, Alejandro Dumas hijo la inmortalizaba en La Dama de las Camelias, con el nombre de Marguerite Gautier. Adaptada para el teatro, la obra fue un gran éxito. Verdi acudió a verla y encontró en ella inspiración para componer La Traviata, que se estrenó en Venecia dos años más tarde.
Fue enterrada en el cementerio de Montmartre, pero dos semanas más tarde su esposo hizo que sus restos fueran trasladados a una sepultura que él había adquirido, una tumba blanca en la que puede leerse esta inscripción:

Ici Repose

ALPHONSINE PLESSIS

Née Le 15 Janvier 1824

Decedée le 5 Fevrier 1847
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Dos días después se celebraba su funeral en la iglesia de la Madeleine. Dicen que solo dos hombres acompañaron el cortejo fúnebre: su marido y el viejo Stackelberg, su antiguo protector.
El último año de su vida lo pasó de un médico a otro, tratando inútilmente de eludir la muerte y mientras sus deudas se acumulaban. El conde, su esposo, había acudido a su lado desde Londres en cuanto se enteró de su gravedad, y no se apartó ni un momento de la cabecera de su lecho hasta que la terrible enfermedad acabó con ella en febrero de 1847. Tenía 23 años recién cumplidos y moría una noche mientras en la calle la gente celebraba el carnaval. Todas sus posesiones, incluido su loro, tuvieron ... (ver texto completo)
El matrimonio no era legal en Francia, porque el miedo a la reacción de su familia hizo que la generosidad del conde no llegara tan lejos como para atreverse a publicar las amonestaciones en su país. Pero eso no impidió a María utilizar el título de condesa y crear su propio blasón, que hizo figurar en su vajilla, su papel de escribir y la portezuela de su carruaje.
Estaba muy enferma cuando el 21 de febrero de 1846 contraía matrimonio en Londres con su antiguo amante, el conde de Perregaux, que tuvo el hermoso gesto de desear regular la situación de la mujer que tanto había amado antes de que le llegara la muerte. Fue un matrimonio de conveniencia, realizado tan solo por ese motivo, de modo que pronto se separaron y no llegaron a convivir como marido y mujer.
Liszt le prometió llevarla a Constantinopla más adelante, algo que ya nunca se cumpliría, porque no volvería a verla con vida. Cuando conoció su gravedad, le envió al médico más eminente de cuantos conocía. Nada pudo hacerse por ella.
—Sé que no voy a vivir mucho —le dijo—. Soy una chica rara y no puedo aferrarme a esta vida, que es la única que sé llevar pero que no puedo soportar.
Fue después de esta relación cuando, a finales de ese año, Marie comenzó otra con Liszt, recientemente separado de su amante, la condesa Marie d’Agoult. Fue ella quien se dirigió a él cuando lo vio en el pasillo de un teatro, y ambos permanecieron charlando durante todo el tercer acto de la obra. Marie insistió a su médico, que conocía al músico, para que lo trajera a una de sus recepciones, y de ese modo comenzó una relación que fue breve, pero apasionada y turbulenta. Cuando él abandonó París para ... (ver texto completo)
“No soy no bastante rico para amarte ni lo bastante pobre para ser amado como tú quieres. Así que olvidemos los dos: tú un nombre que apenas debe de significar nada para ti, y yo una felicidad que me ha resultado imposible. No tiene sentido que te diga lo triste que me siento, puesto que ya sabes cuánto te amo. Adiós. Tu corazón es demasiado grande para no comprender la razón de mi carta, y tu naturaleza demasiado bondadosa para no perdonarme por ello. Mil recuerdos.”
Él le respondió con esta otra carta en agosto de 1845:
“ ¿Por qué no me has dicho cómo estás y por qué no me escribes con sinceridad? Creo que deberías tratarme como un amigo. Espero una palabra tuya y te beso cariñosamente como amante o como amiga, lo que tú prefieras. En cualquier caso, siempre seré tuya.”
Uno de los hombres que cayó bajo su hechizo fue Alejandro Dumas hijo. Se habían conocido dos años antes, aunque su relación comenzó cuando ambos volvieron a coincidir en 1844. El joven no tenía medios económicos para mantenerla, lo cual, por una vez, no supuso un obstáculo para que ella lo aceptara como amant de coeur. Pero Alejandro contemplaba desesperado cómo no había ninguna cosa que pudiera hacer para conseguir que no necesitara recurrir a otros hombres para su manutención, algo que le hizo ... (ver texto completo)