Abajo, en la sala, diez guirnaldas cruzaban el techo de punta a punta. En un cubo rojo había un
pino alto de ramas estiradas, que sujetaban un centenar de luces de
colores, y tiras y tiras de papel de plata. Una luz blanca entró por la
ventana, reflejada en la
nieve, e iluminó la estancia, llena de
felicitaciones navideñas.