Al llegar a la orilla, me precipité aterrado sobre mi balsa y me dirigí
mar adentro remando furiosamente. ¡Pero las serpientes marinas emprendieron mi persecución a través del
agua! Sus escamosos e irisados cuerpos llegaron a circundarme. Luego, abrieron sus bocas y comenzaron a devorar la balsa como si se tratara de simples ramitas. De sus temibles fauces brotaba veneno.