Luz ahora: 0,10319 €/kWh

ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Los tulipanes amarillos
Foto enviada por Qnk

Esa noche el pequeño cantor no fué a su refugio habitual, y la imagen Oscuro descubrió más que nunca la amargura de la soledad. Quizás su pequeño amigo había sido asesinado por un gato al acecho o herido por una piedra. Quizás... tal vez él había volado a otra parte. Pero cuando llegó la mañana llegó flotando hasta él, a través del ruido y el bullicio del mundo alrededor de la Catedral, un mensaje del dolor de corazón, del preso que se encontraba en la jaula de mimbre, muy por debajo. Y todos los ... (ver texto completo)
La gente que vivía en la caseta del sacristán se dio cuenta de que un pequeño pájaro marrón revoloteaba por el recinto de la Catedral, y admiró su hermoso canto. “Pero es una lástima”, dijeron, “que este precioso trino no lo podamos escuchar todos los días, pues cuando está en las paredes de la Catedral no se puede oír desde aquí.”. Así que cogieron el pájaro y lo pusieron en una pequeña jaula de mimbre fuera de la puerta de la casa.
Y, puede que fuera obra del viento y el clima, o tal vez otro tipo de influencia, pero el rostro dibujado triste y salvaje parecía poco a poco, perder parte de su dureza y la infelicidad. Todos los días, durante las largas horas, la canción de su pequeño huésped subía a ratos al observador solitario, y en la tarde, cuando la campana sonaba y los grandes murciélagos grises se salían de de sus escondites en el techo campanario, el pajarito regresaba, entonaba algunas notas soñolientas, y anidan en ... (ver texto completo)
Pero entonces el pájaro divisó una imagen que se encontraba completamente solitaria y volando se posó en ella. Las palomas no lo consideran un lugar seguro para posarse pues la imagen se inclinaba tanto hacia fuera de la perpendicular, que parecía que se iba a caer y proyectaba un exceso de sombra. Al ver que el pajarito se quedaba en la imagen del alma perdida todas las palomas se empezaron a reír y burlar. “Vaya has cogido el mejor sitio” decían con guasa unas, “Ahí te puedes quedar el tiempo que ... (ver texto completo)
Pero un día de otoño llegó al techo de la Catedral un delgado pájaro con una voz muy dulce, que se había alejado de los campos desnudos y de los frondosos setos en busca de un lugar de descanso para pasar el invierno. Quería descansar sus alas agotadas y pies cansados, bajo la sombra de un gran ángel o anidar en los pliegues esculpidos de un manto real, pero las gordas palomas no la dejaron y continuamente la empujaban de donde se había instalado, y al final un ruidoso gorrión más antipático que ... (ver texto completo)
La estatua triste

En un país muy lejano y en una enorme y antigua Catedral había una serie de figuras talladas en piedra, colocadas a intervalos a lo largo de los parapetos de su fachada, algunas de ellas representaban a ángeles, a reyes y otras a obispos, y casi todas se encontraban en actitudes de gran amor, piedad y alegría. Pero había una figura, que se encontraba muy abajo, en el lado norte y frío de la Catedral, que no tenía ni corona, ni mitra, y su rostro era duro, amargo y transmitía ... (ver texto completo)
Estoy agotado de cortar este trigo.

- ¿De veras? ¡Qué gracia! Yo me siento tan fresco como una rosa -decía Tomás, complacido.

El espantajo lo intentó de nuevo. Lanzaba las guadañas en todas direcciones, pero cada golpe las volvía más romas y melladas. Hasta que, furioso, las arrojó al suelo y gritó con gran voz: - ¡Quédate con tu birria de terreno! ¡No vale la pena!

De una zancada saltó la cerca y corriendo como un gamo se perdió en la lejanía. Desde entonces, nunca, nunca jamás el espantajo peludo volvió a molestar a Berta y Tomás. ... (ver texto completo)
- ¡Mira qué duros son los tallos de trigo por esta parte del terreno! -gritó.

-Pues por esta otra, no hay ningún problema -señaló Tomás.

El espantajo era tan tonto que no se había fijado en las varillas de hierro. Afiló las dos guadañas y la emprendió de nuevo a golpes con el trigo. De vez en cuando se paraba y secaba el sudor de su frente. No paraba de refunfuñar.

-Estoy agotado de cortar este trigo.
- ¡Eso! -respondió Tomás- ¡Me alegro de que ese tipo no tenga una mujer tan lista como tú!

Tomás labró la tierra y la sembró de trigo, y vio cómo crecía y crecía, alto y dorado. Un poco antes de la siega, compró unas varillas de hierro y por la noche se acercó sin hacer ruido a la parte de terreno que correspondía segar al espantajo. Allí clavó las varillas en el suelo entre los tallos de trigo.

El día de la siega llegó, y apareció el espantajo, empuñando una guadaña en cada una de sus manazas. ... (ver texto completo)
Tomás contó a Berta lo ocurrido.

- ¡Tiene unos brazos muy fuertes! Cortará diez veces más trigo que yo. Lo siento, pero esta vez estamos perdidos.

Berta se puso a pensar.

-Imagínate que ciertas espigas de trigo crecen con unos tallos más duros que los otros -dijo, al cabo de un minuto-. En tal caso, una de las guadañas se mellará mucho más de prisa que la otra.

Y le explicó su plan.
Tomás miró detenidamente los largos brazos de aquel tipo y se dio cuenta de que jamás podría cortar el trigo con la rapidez del gigantón.

-No, no hay trato -dijo Tomás.

-O aceptas o lucharás conmigo a muerte -gruñó el espantajo, alzando sus brazos peludos por encima de la cabeza y pataleando torpemente con sus enormes pies.

Conteniendo la risa, Tomás exclamó:

- ¡Qué terrible espectáculo! Por favor, nada de peleas. No me gustaría hacerle daño...

Chocaron sus manos para cerrar el trato y el espantajo se marchó entre grandes risotadas. ... (ver texto completo)
El peludo soltó un alarido feroz.

- ¡Has vuelto a engañarme, miserable enano! Te voy a...

-Calma, calma -gritó Tomás-. Un acuerdo es un acuerdo.

-Muy bien, granjero, de nuevo has ganado. Pero el año próximo nos repartiremos la parte de arriba de las mieses. Porque plantarás trigo. Y cuando llegue el momento de la recolección, nos pondremos los dos a segarlo. Tú empezarás por la parte norte del terreno y yo comenzaré por la parte sur. Cada uno nos quedaremos con todo el trigo que seamos capaces ... (ver texto completo)
-Planta cebada, querido. Ya veremos qué hace el espantajo peludo con las raíces de la cebada.

Así pues, en cuanto terminó de recoger las patatas, Tomás preparó el terreno y sembró cebada. Removió la tierra, la regó y cuando llegó la primavera aparecieron los verdes tallos que se transformarían después en una alfombra de oro. Llegado el momento de la recolección, el espantajo se presentó para llevarse la mitad de la cosecha.

-Ahí la tiene -dijo Tomás-, para mí la parte de arriba y para usted ... (ver texto completo)
- ¡Tunante! ¡Tramposo miserable! -rugió el tipo aquél-. ¡Esto no es honrado! Te voy a...

-Un trato es un trato. Llévese la parte de arriba del patatal y déjeme en paz.

El peludo gigantón echaba humo de rabia. Pensaba... " ¡Humpf! ¡Vas a ver lo que es bueno la próxima vez!"

Entrando en la conversación, Berta le preguntó: - ¿Qué quiere el próximo año, la parte de arriba o la de abajo? Usted vuelve a escoger.

- ¡La parte de abajo, desde luego! ¡La próxima vez vosotros os quedaréis con la de arriba!

Dejando esto bien claro se fue en medio de una gran pataleta.

- ¿Qué haremos ahora? -preguntó Tomás. ... (ver texto completo)
Y eso hizo Tomás: aró el campo y plantó patatas. Arrancó las malas hierbas y cada día observaba cómo iban creciendo las matas verdes. Cuando llegó la época de la recolección, el peludo espantajo apareció por allí y exigió su parte.

-Ahí la tiene -exclamó Tomás- La parte de arriba es suya. Hermosas plantas de patatas que sirven para..., bueno, usted verá lo que hace con ellas. Las patatas son para mí.