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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Los pinos y el cielo
Foto enviada por Qnk

Al verlo Pulgarcito, gritó: – ¡Padre, aquí estoy, con el carro, bájame a tierra! El hombre sujetó el caballo con la mano izquierda, mientras con la derecha sacaba de la oreja del rocín a su hijito, el cual se sentó sobre una brizna de hierba. Al ver los dos forasteros a Pulgarcito quedaron mudos de asombro, hasta que, al fin, llevando uno aparte al otro, le dijo: – Oye, esta menudencia podría hacer nuestra fortuna si lo exhibiésemos de ciudad en ciudad. Comprémoslo. -Y, dirigiéndose al leñador, dijeron: ... (ver texto completo)
– ¡Toma! -exclamó uno-, ¿qué es esto? Ahí va un carro, el carretero le grita al caballo y, sin embargo, no se le ve por ninguna parte. – ¡Aquí hay algún misterio! -asintió el otro-. Sigamos el carro y veamos adónde va. Pero el carro entró en el bosque, dirigiéndose en línea recta al sitio en que el padre estaba cortando leña.
Pulgarcito sobre el Caracol

Cuando sonó la hora convenida, la madre enganchó el caballo y puso a Pulgarcito en su oreja; y así iba el pequeño dando órdenes al animal: « ¡Arre! ¡Soo! ¡Tras!». Todo marchó a pedir de boca, como si el pequeño hubiese sido un carretero consumado, y el carro tomó el camino del bosque. Pero he aquí que cuando, al doblar la esquina, el rapazuelo gritó: « ¡Arre, arre!», acertaban a pasar dos forasteros.
Un día en que el leñador se disponía a ir al bosque a buscar leña, dijo para sí, hablando a media voz: « ¡Si tuviese a alguien para llevarme el carro!». – ¡Padre! -exclamó Pulgarcito-, yo te llevaré el carro. Puedes estar tranquilo; a la hora debida estará en el bosque. Se puso el hombre a reír, diciendo: – ¿Cómo te las arreglarás? ¿No ves que eres demasiado pequeño para manejar las riendas? – No importa, padre. Sólo con que madre enganche, yo me instalaré en la oreja del caballo y lo conduciré adonde ... (ver texto completo)
Y dijeron los padres: – Es tal como lo habíamos deseado, y lo querremos con toda el alma. En consideración a su tamaño, le pusieron por nombre Pulgarcito. Lo alimentaban tan bien como podían, pero el niño no crecía, sino que seguía tan pequeño como al principio. De todos modos, su mirada era avispada y vivaracha, y pronto mostró ser listo como el que más, y muy capaz de salirse con la suya en cualquier cosa que emprendiera.
Sucedió que la mujer se sintió descompuesta, y al cabo de siete meses trajo al mundo un niño que, si bien perfectamente conformado en todos sus miembros, no era más largo que un dedo pulgar.
Dijo el hombre: – ¡Qué triste es no tener hijos! ¡Qué silencio en esta casa, mientras en las otras todo es ruido y alegría! – Sí -respondió la mujer, suspirando-. Aunque fuese uno solo, y aunque fuese pequeño como el pulgar, me daría por satisfecha. Lo querríamos más que nuestra vida.
Pulgarcito

Érase un pobre campesino que estaba una noche junto al hogar atizando el fuego, mientras su mujer hilaba, sentada a su lado.
Bueno pues si los borran y no los publican, que le vamos a hacer, jejejje.
Explicate con eso de los mensajes selectivos.
- ¡Cargad el cañón grande!

Poco después hicieron fuego.

- ¡Bruum!

El dragón oyó el estampido del disparo; vio una nube de humo y una bala de cañón que iba hacia él. La bala redonda brillaba con las primeras luces de la mañana y el dragón pensó que le devolvían su perla. Por eso, abrió la boca y se tragó la bala.

Entonces, el dragón se hundió en el mar y nunca más volvió a aparecer. Desde aquel día, la perla del dragón fue la joya más preciada del tesoro imperial de la China.
El barco, aprovechando un viento suave, se hizo a la mar.

En cuanto salió el sol, el dragón fue a recoger la perla para jugar, como hacía todas las mañanas. Entonces, descubrió que le habían robado su perla. Comenzó a echar humo y fuego por la boca y se lanzó, monte abajo, en persecución de los ladrones.

Recorrió todo el monte, buscó la perla por todas partes, pero no pudo hallarla. Entonces, divisó un junco chino que navegaba rumbo a alta mar. El dragón saltó al agua y nadó velozmente hacia ... (ver texto completo)
Los hombres comenzaron a trabajar y pronto hicieron una linterna de papel. Después de siete días de trabajo, hicieron una cometa muy hermosa, que podía resistir el peso de un hombre. Al anochecer, comenzó a soplar el viento. El Príncipe montó en la cometa y se elevó por los aires.

La noche era muy oscura cuando el Príncipe bajó de la cometa en lo alto del monte y se deslizó dentro de la cueva.

El dragón dormía profundamente. Con todo cuidado, el Príncipe se apoderó de la perla, puso en su lugar ... (ver texto completo)
Hijo mío, la perla del dragón debe formar parte del tesoro imperial. Estoy seguro de que encontrarás la forma de traérmela.

Después de varias semanas de travesía, el Príncipe llegó a las costas de Borneo.

A lo lejos se recortaba el monte Kinabalu, y en lo alto del monte el dragón jugaba con la perla.

De pronto, el Príncipe comenzó a sonreír porque había trazado un plan. Llamó a sus hombres y les dijo:

-Necesito una linterna redonda de papel y una cometa que pueda sostenerme en el aire.
La perla del dragón

Hace muchísimos años, vivía un dragón en la isla de Borneo; tenía su cueva en lo alto del monte Kinabalu.

Aquél era un dragón pacífico y no molestaba a los habitantes de la isla. Tenía una perla de enorme tamaño y todos los días jugaba con ella: lanzaba la perla al aire y luego la recogía con la boca.

Aquella perla era tan hermosa, que muchos habían intentado robarla. Pero el dragón la guardaba con mucho cuidado; por eso, nadie había podido conseguirlo.

El Emperador ... (ver texto completo)