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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Atardecer en mayo
Foto enviada por Qnk

La segunda el acarició el pelo, que le cayó sobre los hombros con rizos y ondulaciones.
La primera le pasó la mano por el rostro, cuya piel volvió a ser suave y clara.
– No te preocupes, nosotras nos encargaremos- dijeron las hadas.
-Pobrecita, ¿qué te ha sucedido?-le preguntaron, y ella les habló de la paloma que en realidad era un príncipe y de todo lo que había pasado por él.
La princesa se puso a vagar por el bosque, llorando y sollozando, y el destino quiso que se encontrara con tres hadas que iban de paseo.
- ¡Pero qué fea estás! ¿Y por el amor de un hombre te has quedado así? Vete, tu y yo no tenemos nada que hablar.
Después de un año, un mes y un día, por fin el príncipe se convirtió en hombre definitivamente y decidió regresar a su palacio. Pero antes fue a ver qué había pasado con la muchacha, y cuando la vió con la piel oscura y gruesa como el cuero curtido, y el pelo erizado, la echó de su casa diciendo:
Mientras tanto, el sol le resecaba la piel y el viento enredaba su pelo. Su aspecto cambió tanto que al poco tiempo ni siquiera sus padres la habrían reconocido.
Pasaron los días, pasaron los meses, y la princesa seguía sentada, mirando la montaña.
En un abrir y cerrar de ojos, se hicieron novios. Luego el joven se volvió a convertir en paloma y emprendió el vuelo mientras ella se quedaba esperándole.
– Yo podría ser esa muchacha.
La princesa sin pensárselo dos veces, se sentó junto a la ventana y dijo:
– Pues resulta que ciertas hadas me ha lanzado un encantamiento: mientras estoy dentro de la casa soy hombre, pero cuando salgo fuera me convierto en paloma. Será siempre así hasta que encuentre una muchacha que se quede asomada a la ventana de esta casa durante una año, un mes y un día, sin moverse nunca y con los ojos fijos en la montaña que ves allá arriba.
– ¿Cómo puede ser?
– Claro que la he visto. ¡Esa paloma soy yo!