Cuando Pinocho llegó a
casa del hada había anochecido y se sentía muy cansado y hambriento. Al llamar a la
puerta, nadie respondió. ¿Le habría abandonado el hada otra vez? Esperó y esperó. Por fin, al cabo de media hora, se abrió una
ventana en el piso superior y se asomó un enorme caracol que llevaba una vela encendida en la cabeza.