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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

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Foto enviada por eufra7dos@hotmail.com

¡Rápido! Había que pensar en hacer algo. Federico tomó un enorme canasto lleno de huevos y lo arrojó por la ventana.

En ese momento, los zorros llegaban corriendo dispuestos al ataque. Pero tropezaron, cayeron y chocaron entre ellos en la resbaladiza mazamorra de los huevos rotos.
Federico miró por la ventana, y vio tres zorros grandes y salvajes.

¡Ahora estaban todos en terribles problemas!

Abajo, conejos, conejas y conejitos lloraban y temblaban, cerraron las ventanas v echaron cerrojos a las puertas.

Luego todos bajaron al sótano, que era el lugar más seguro.

Y con tanto alboroto, nadie se acordó de Federico.
De pronto, Federico oyó unos gritos estremecedores que llegaban desde afuera. A lo lejos escuchó un canto aterrador.

¡Hop, hop, hop! Conejitos hop. Somos tres zorros amigos que a buscar hemos llegado los más tiernos conejitos para un delicioso asado. ¡Hop, hop, hop! Conejitos hop.
-Federico, ¿cómo pudiste hacer eso? -exclamó mamá Coneja espantada- ¡Sube al altillo inmediatamente! ¡Más tarde me ocuparé de ti!

Gol de Federico
Gol de Federico

Las mejillas de Federico ardían mientras subía las escaleras. Pero realmente no le importaba. El altillo era el taller donde los conejos decoraban los huevos de Pascua. Una habitación grande y agradable, perfecta para jugar a la pelota.
- ¡Pero yo no quiero pastel de cumpleaños! ¡Yo quiero pastel de café! -gritó Federico, con una verdadera pataleta.

- ¡No! -repitió su mamá.

Federico estaba tan enojado que no se pudo contener. Hizo entonces algo horrible.

-Si yo no puedo comer, nadie comerá -dijo, y ¡escupió sobre el pastel!

¡Eso fue el acabóse! Esta vez sí que Federico se había metido en un tremendo lío.
Después de que todos cantaron Feliz Cumpleaños, mamá Coneja comen/ó a repartir el pastel. -Yo quiero pastel de café -dijo Federico.

-No, no comerás pastel de café -elijo mamá Coneja-. Es para los grandes. El pastel de cumpleaños es para los niños.
Esta fiesta sería mucho más divertida si jugáramos al fútbol en vez de cantar esas estúpidas canciones -rezongó-. Seguro que jugaremos a esas estúpidas sillas musicales o le pondremos la estúpida cola al estúpido burro.

Federico se demoró lo más que pudo en vestirse con ropa limpia. Fue el último en llegar
Federico vio que su madre estaba poniendo las velas en el pastel de cumpleaños de Liza. También había comprado un pastel de café. “Comeré de ese pastel”, se dijo decidido.

Federico todavía estaba furioso por haber tenido que dejar su juego favorito.
-Federico, entra -llamó su mamá-. Debes vestirte para el cumpleaños de tu hermana.

- ¡Rayos! -exclamó Federico.

Era lo último que quería hacer.

- ¡Mira como estás! -lo reprendió doña Coneja-. Sube inmediatamente a tu cuarto y ponte ropa limpia. Los invitados están por llegar.
Gol de Federico

Rápido, cada vez más rápido, Federico corría detrás de la pelota.

El gol de Federico

Al conejo Federico le gustaba el fútbol más que todo en el mundo. Podía jugar el día entero sin cansarse nunca.
se puede pedir por correo alguno de estas cosas?