El caballero y Gobolino subieron por la
escalera detrás de Rosabel. Arriba estaba la bella Alicia sentada delante de su rueca.
- ¡Oh, qué gatito más lindo! -exclamó-. Dejadlo sentarse en mi regazo.
Gobolino saltó sobre sus rodillas y se acomodó allí, ronroneando.
-Quédate conmigo para siempre, gatito -musitó Alicia- Estoy tan sola aquí en la
torre… No tengo con quién hablar. ¡Tú eres el mejor regalo que he recibido hasta ahora!