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Los tebeos de mi infancia, ZIPI Y ZAPE
Foto enviada por eufra7dos@hotmail.com

Los tebeos de mi infancia, ZIPI Y ZAPE

Zipi y Zape

De Wikipedia, la enciclopedia libre

Zipi y Zape
Publicación

Primera edición
1948-1994, 2000-2002

Contenido

Tradición
Escuela Bruguera

Género
Cómico

Personajes principales
Zipi, Zape, Pantuflo, Jaimita

Dirección artística

Creador (es)
José Escobar

Guionista (s)
José Escobar, Juan Carlos Ramis

Dibujante (s)
José Escobar, Joaquín Cera
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Zipi y Zape es una historieta humorística creada y desarrollada por el autor español José Escobar a partir de 1948, la más popular de las suyas, y una de las más populares del medio en España, sólo por detrás de "Mortadelo y Filemón", al menos en su época.[1] Adscrita habitualmente a la escuela Bruguera, ha gozado además de multitud de adaptaciones a otros medios, así como una continuación por parte de Juan Carlos Ramis y Joaquín Cera.

(24 de Enero de 1972) ... (ver texto completo)
Jolín Eufra7... ¡Los Tebeos de tu infancia...! Y los de la mía, y los del otro, y los del más allá.... Entonces nos daba por leer aunque fuese tebeos. Como no había Tele ni Ordenador, ni móvil, pues ale a darle al tebeo...
Días después se celebró la boda del príncipe y Preciosa Rosa con todo esplendor, y vivieron muy felices hasta el fin de sus vidas.
Entonces ambos bajaron juntos, y el rey y la reina despertaron, y toda la corte, y se miraban unos a otros con gran asombro. Y los caballos en el establo se levantaron y se sacudieron. Los perros cazadores saltaron y menearon sus colas, las palomas en los aleros del techo sacaron sus cabezas de debajo de las alas, miraron alrededor y volaron al cielo abierto. Las moscas de la pared revolotearon de nuevo. El fuego del hogar alzó sus llamas y cocinó la carne, y el cocinero le jaló los pelos al ayudante ... (ver texto completo)
Entonces avanzó aún más, y todo estaba tan silencioso que un respiro podía oirse, y por fin llegó hasta la torre y abrió la puerta del pequeño cuarto donde Preciosa Rosa estaba dormida. Ahí yacía, tan hermosa que él no podía mirar para otro lado, entonces se detuvo y la besó. Pero tan pronto la besó, Preciosa Rosa abrió sus ojos y despertó, y lo miró muy dulcemente.
Él siguio avanzando, y en el gran salón vió a toda la corte yaciendo dormida, y por el trono estaban el rey y la reina.
En el establo del castillo él vio a los caballos y en los céspedes a los perros de caza con pintas yaciendo dormidos, en los aleros del techo estaban las palomas con sus cabezas bajo sus alas. Y cuando entró al palacio, las moscas estaban dormidas sobre las paredes, el cocinero en la cocina aún tenía extendida su mano para regañar al ayudante, y la criada estaba sentada con la gallina negra que tenía lista para desplumar.
Pero en esa fecha los cien años ya se habían cumplido, y el día en que Preciosa Rosa debía despertar había llegado. Cuando el príncipe se acercó a donde estaba el muro de espinas, no había otra cosa más que bellísimas flores, que se apartaban unas de otras de común acuerdo, y dejaban pasar al príncipe sin herirlo, y luego se juntaban de nuevo detrás de él como formando una cerca.
-“No tengo miedo, iré y veré a la bella Preciosa Rosa.”-

El buen anciano trató de disuadirlo lo más que pudo, pero el joven no hizo caso a sus advertencias.
Y pasados cien años, otro príncipe llegó también al lugar, y oyó a un anciano hablando sobre la cortina de espinos, y que se decía que detrás de los espinos se escondía una bellísima princesa, llamada Preciosa Rosa, quien ha estado dormida por cien años, y que también el rey, la reina y toda la corte se durmieron por igual. Y además había oído de su abuelo, que muchos hijos de reyes habían venido y tratado de atravesar el muro de espinos, pero quedaban pegados en ellos y tenían una muerte sin piedad. Entonces el joven príncipe dijo: ... (ver texto completo)
Pero alrededor del castillo comenzó a crecer una red de espinos, que cada año se hacían más y más grandes, tanto que lo rodearon y cubrieron totalmente, de modo que nada de él se veía, ni siquiera una bandera que estaba sobre el techo. Pero la historia de la bella durmiente “Preciosa Rosa”, que así la habían llamado, se corrió por toda la región, de modo que de tiempo en tiempo hijos de reyes llegaban y trataban de atravesar el muro de espinos queriendo alcanzar el castillo. Pero era imposible, pues ... (ver texto completo)
En cuanto sintió el pinchazo, cayó sobre una cama que estaba allí, y entró en un profundo sueño. Y ese sueño se hizo extensivo para todo el territorio del palacio. El rey y la reina quienes estaban justo llegando a casa, y habían entrado al gran salón, quedaron dormidos, y toda la corte con ellos. Los caballos también se durmieron en el establo, los perros en el césped, las palomas en los aleros del techo, las moscas en las paredes, incluso el fuego del hogar que bien flameaba, quedó sin calor, la ... (ver texto completo)
“Buen día, señora,” dijo la hija del rey, “ ¿Qué haces con eso?” – “Estoy hilando,” dijo la anciana, y movió su cabeza.

“ ¿Qué es esa cosa que da vueltas sonando tan lindo?” dijo la joven.

Y ella tomó el huso y quiso hilar también. Pero nada más había tocado el huso, cuando el mágico decreto se cumplió, y ellá se punzó el dedo con él.
Sucedió que en el mismo día en que cumplía sus quince años, el rey y la reina no se encontraban en casa, y la doncella estaba sola en palacio. Así que ella fue recorriendo todo sitio que pudo, miraba las habitaciones y los dormitorios como ella quiso, y al final llegó a una vieja torre. Ella subió por las angostas escaleras de caracol hasta llegar a una pequeña puerta. Una vieja llave estaba en la cerradura, y cuando la giró, la puerta súbitamente se abrió. En el cuarto estaba una anciana sentada ... (ver texto completo)
El rey trataba por todos los medios de evitar aquella desdicha para la joven. Dio órdenes para que toda máquina hilandera o huso en el reino fuera destruído. Mientras tanto, los regalos de las otras doce hadas, se cumplían plenamente en aquella joven. Así ella era hermosa, modesta, de buena naturaleza y sabia, y cuanta persona la conocía, la llegaba a querer profundamente.