Luz ahora: 0,13521 €/kWh

ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

MORTADELO, ¡Ojo con la anciana!
Foto enviada por eufra7dos@hotmail.com

- ¡Por supuesto! -dijo el erizo.
- ¿Podemos empezar? -preguntó la liebre.
Y estando en estas charlas llegaron al sembrado. El erizo señaló a la mujer su puesto y se fue al otro extremo del sembrado. Cuando llegó, la liebre ya estaba allí.
-Y ahora pon atención a lo que te voy a decir. Mira, en ese largo sembrado que hay allí vamos a correr. La liebre correrá por un surco y yo por otro, y empezaremos desde allá arriba. Lo único que tienes que hacer es quedarte aquí abajo en el surco, y cuando la liebre se acerque desde el otro lado, le sales al encuentro y le dices: «Ya estoy aquí».
Por el camino dijo el erizo a su mujer:
¿Y qué otra cosa podía hacer la mujer del erizo? Quisiera o no, tuvo que obedecer
- ¡Calla mujer -dijo el erizo-, eso es cosa mía! No te metas en cosas de hombres. Andando, vístete y ven conmigo.
- ¡Oh, Dios mío! -comenzó a gritar la mujer del erizo-. ¿Eres un idiota? ¿Perdiste la razón? ¿Cómo pretendes ganar una carrera a la liebre?
-He apostado con la liebre una moneda de oro y una botella de aguardiente; vamos a hacer una carrera a ver quién gana, y necesito que estés presente.
- ¿Qué ocurre? -preguntó la mujer.
-Mujer, vístete ahora mismo; tienes que venir conmigo al campo.
Y el erizo se fue, pues la liebre se mostró conforme. Por el camino iba pensando el erizo: «La liebre confía mucho en sus largas piernas, pero yo le daré su merecido. Es, ciertamente, toda una señora, pero no por eso deja de ser una estúpida; me las pagará». Cuando llegó a su casa dijo a su mujer:
-Una moneda de oro y una botella de aguardiente -propuso el erizo-. Pero aún estoy en ayunas; quiero ir antes a casa y desayunar un poco; regresaré en media hora.
- ¡No me hagas reír! ¡Tú, con tus piernas torcidas! -dijo la liebre-; pero si tantas ganas tienes, por mí que no sea. ¿Qué apostamos?
-Hagamos una prueba -propuso el erizo-; te apuesto lo que quieras a que te gano una carrera.