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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

La ventana
Foto enviada por Qnk

Desde aquel momento los dos vivieron llenos de felicidad.
-Pues claro que sí, mi príncipe.
-Soy un príncipe. Una bruja me maldijo y me convirtió en una bestia para siempre. Sólo el verdadero amor de una mujer me ha librado de la maldición. Oh, Bella, estoy tan contento de que hayas regresado… Y ahora, dime, ¿te casarás conmigo?
El joven tomó su cabeza entre las manos y Bella preguntó: - ¿Quién eres?
Mírame, Bella. Seca tus lágrimas. Bella bajó la vista y observó que estaba acariciando una cabeza de pelo dorado. La Bestia había desaparecido y en su lugar se encontraba el más hermoso de los seres humanos.
De repente, una voz con timbre diferente se dirigió a Bella.
Al instante dio vuelta al anillo tres veces y se encontró a su lado en el jardín. Acomodó la enorme cabeza de la Bestia sobre su regazo y repitió: -Bestia, no quiero que te mueras. Bella intentó apartar las hojas de su rostro. Las lágrimas brotaban de sus ojos y rociaban la cabeza de la Bestia.
- ¡Oh, Bestia! Por favor, no te mueras. Volveré, querida Bestia.
Pasó otra semana y, para su alivio, nada ocurrió. La familia también respiró con tranquilidad. Pero una noche, mientras se peinaba frente al espejo, su imagen se emborronó de repente y en su lugar apareció la Bestia. Yacía bajo el claro de luna, cubierta casi completamente de hojas. Bella, llena de compasión, exclamó:
Total, que pasaron una maravillosa semana juntos. Bella contó a su familia todas las cosas que le habían sucedido con su extraño anfitrión y ellos le contaron a su vez todas las buenas nuevas. La feliz semana pasó sin ninguna palabra o señal de la Bestia. Pensaba…”Quizá se ha olvidado de mí. Me quedaré un poquito más.”
Bella se lo prometió al instante, dio tres vueltas al anillo de su dedo y… de pronto apareció en la pequeña cocina de su casa a la hora del almuerzo. La alegría fue tan grande como la sorpresa.
Con alegría oyó que la Bestia le respondía:

-Puedes ir a casa durante siete días si me prometes volver.
Un día, él la encontró llorando junto a una fuente del jardín.

- ¡Oh, Bestia! Me avergüenza llorar cuando tú has sido tan amable conmigo. Pero el invierno se avecina. He estado aquí cerca de un año. Siento nostalgia de mi casa. Echo muchísimo de menos a mi padre.
Parecía tan esperanzado que Bella sintió lástima.

-Realmente te aprecio mucho, Bestia, pero no, no quiero casarme contigo. No te quiero.

La Bestia repitió a menudo su cortés oferta de matrimonio. Pero ella siempre decía “no”, con suma delicadeza.
A pesar de su fealdad. Bella se sentía tan sola y él era tan amable con ella que empezó a desear verle.

Una tarde, mientras ella leía sentada junto al fuego, se le acercó por detrás.

-Cásate conmigo, Bella.