Pasó otra semana y, para su alivio, nada ocurrió. La
familia también respiró con tranquilidad. Pero una
noche, mientras se peinaba frente al
espejo, su imagen se emborronó de repente y en su lugar apareció la Bestia. Yacía bajo el claro de luna, cubierta casi completamente de hojas. Bella, llena de compasión, exclamó: