- ¡Una rosa roja! ¡Qué suerte! Al fin Bella tendrá su regalo.
Comió cuanto pudo, se levantó y tomó la rosa de su jarroncito.
Entonces, un rugido terrible llenó la estancia. El fuego de la
chimenea pareció encogerse y las velas temblaron. La
puerta se abrió de golpe. El
jardín nevado enmarcaba una espantosa visión.