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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Puente
Foto enviada por Qnk

El profesor había olvidado que la chaqueta cumpliría cualquier deseo suyo. Sin salir de su asombro, empezó a descender a través de las nubes hasta aterrizar en los terrenos de una escuela. Una profesora del colegio se llevó un susto cuando el visitante entró en su clase.
— ¡Jesús! —gritó el profesor, medio muerto de miedo—. ¡Es uno de esos aviones grandes y se dispone a aterrizar! ¡Ojalá me hallara en tierra sano y salvo y pudiera comer algo apetitoso!
Entonces la chaqueta efectuó un rápido descenso para no chocar con un plateado monstruo que volaba encima de ella.
— ¡Qué mala suerte! Los he olvidado. Sólo llevo mi pijama y mi neceser.
-Lo que necesito son unos bocadillos -dijo, y se puso a revolver en su mochila.
—No hay mejor forma de viajar a París —se dijo muy contento, mientras sobrevolaba pueblos y campos. Mas al poco rato empezó a sentir apetito.
Con gran sencillez remontó el vuelo.
—No sé cuándo estaré de vuelta —dijo—. Ojalá me encontrara ya en París.
Al final del verano, el profesor Popof era ya todo un experto. Por fin llegó el ansiado día. Iba a intentar realizar el largo viaje a París para asistir a una reunión de profesores. Llevando una mochila a la espalda, salió al jardín y se despidió alegremente de su querida esposa.
—Me pondré a hacerlo ahora mismo. El profesor pasó el resto de la mañana entrando y saliendo por la ventana del comedor que daba al jardín, aprendiendo a manejar la chaqueta voladora.
—Bueno, ya lo veremos. Primero tendrás que practicar mucho.
—No sé si es una chaqueta para largos recorridos.
El profesor Popof parecía dudar.
—És asombroso —atinó a decir la señora Popof tartamudeando—. Pero piensa, querido, en lo útil que te será. Podrás volar a París en vez de tener que hacer esos viajes en tren que tanto detestas.
—Es mágica. Es una chaqueta voladora.